viernes, 28 de marzo de 2014

Mi antiguo oftalmólogo

Pocas veces una consulta médica resultaba tan agradable como cuando iba con mi antiguo oftalmólogo. Su consultorio estaba en frente a la Alameda, en un viejo edificio que en el pasado había estado lleno de médicos y especialistas pero que poco a poco fue cayendo en el olvido. Entrar ahí era como viajar en el tiempo, en una sala de recepción de paredes color ocre, sillas pasadas de moda y un escritorio vacío que ya no tenía secretaria, pues los pacientes ya eran muy pocos. Sobre una mesa había un montón de viejas revistas médicas y una que otra de chismes de la farándula, con noticias pasadas como el romance de Luis Miguel con Aracely Arámbula.

Tocabas la puerta y el doctor salía a recibirte. Un médico anciano, de anteojos, canoso y con voz amable y calmada. Tenía en su escritorio, más revistas médicas, diplomas, certificados y adornos de mesa, todo desordenado y en las paredes colgaban gráficas sobre globo ocular. De su cajón sacaba unas fichas bibliográficas, en las cuales anotaba no solo la historia clínica, sino la historia personal de cada paciente. Así él te trataba no solo como un simple paciente más, sino como persona, sabía cómo me llamaba y cuál era mi profesión,  me preguntaba por mi familia, por como me había ido en mi trabajo, o cómo me fue en mis últimas vacaciones... y todo anotaba meticulosamente, para que en la próxima visita tuviéramos un tema que conversar.

Después me pasaba a un cuarto donde tenía todos sus aparatos, y una estantería llena de miles de frasquitos, de pared a pared, que sólo él conocía qué medicamento contenían. Apagaba las luces y dejaba solo una lámpara encendida. Yo me sentaba en el sillón y él proyectaba en la pared las letras en diferentes tamaños para que yo las leyera mientras él cambiaba la graduación de las lentes. Tenía siempre encendido, eso sí, un viejo radio que siempre estaba sintonizado en la misma estación, Stereo Hits, la cual transmitía música de los años ochentas. En esos ratos escuchaba a artistas como Daniela Romo, Dulce, Roberto Carlos, José José y otros tantos que no conocí.

Después el doctor me revisaba con sus lámparas especiales la retina, el iris y todo lo que integra el ojo. Me pasaba a otros aparatos, y anotaba todo en sus fichas bibliográficas.

Al final volvíamos a su escritorio y me daba la receta para mi nueva graduación. Platicaba un rato, con esa voz calmada y serena, y al salir quedaba un aire de nostalgia y soledad en su consultorio.  Trabajaba solo por pasatiempo, pues no tenía necesidad, era su distracción.

Un día volví y ya no estaba.

Llamé a su casa. Y me dijeron que había fallecido el año pasado.

Lamenté su pérdida, pocas veces uno se encuentra con médicos de confianza.

Fui con un nuevo oftalmólogo. Pero él no tiene el mismo trato. Un tipo frío.

Ni siquiera se aprendió mi nombre.

lunes, 17 de marzo de 2014

Por qué fracasa México en la agricultura

Los altos precios del limón y la escasez del mismo es una prueba de que México todavía no ha logrado ser autosustentable. El campo siempre ha sido un asunto al que todos los políticos le sacan la vuelta. Los campesinos no han recibido los apoyos suficientes para sacar adelante su producción. Estos apoyos no deberían consistir en solamente entregarles semillas, sino en invertir en tecnología agropecuaria, canales adecuados de riego, fertilización, enseñarle a los propios agricultores sobre técnicas de siembra modernas.

Pero la realidad es que no sucede así. El campo mexicano siempre es un tema al que nadie le mete mano. El presidente en turno si acaso lo menciona en su informe presidencial, un par de líneas y ya, pero no más. Están enfocados en otros recursos no renovables como el petróleo.

Lo irónico de este asunto es que México es un país bastante privilegiado en tierras de cultivo. Su ubicación geográfica permite cultivar una gran variedad de vegetales, granos y frutas. México cuenta con una gran variedad de frutas que otros países del norte nos envidian. Aquí gozamos de plátanos, fresas, naranjas, aguacates, por mencionar solo algunos. También somos capaces de producir trigo, frijol, maíz y otras legumbres. Y además contamos con una amplia gama de hierbas comestibles, los quelites, ricos en nutrientes. Siendo así, ¿Por qué no somos autosuficientes?

Hagamos de lado la excusa de siempre (el gobierno). Ya sé que esa fue la primera respuesta que se les ocurrió, y sí, en parte tienen razón. Pero por esta vez vamos a analizar otras razones.

La que se me viene a la mente es nuestra total dependencia al petróleo. Basamos nuestra economía en este recurso no renovable. Otro motivo más es que nuestra dieta ha cambiado, al asumir el modelo de consumo estadounidense, el mexicano dejó de alimentarse con vegetales, legumbres y quelites para comer carne y pollo a grandes cantidades. Este cambio de dieta repercute en muchos aspectos, ya que la ganadería consume demasiados recursos, desde la extinción de áreas de cultivo para convertirlas en  áreas de pastoreo, hasta la transportación de la carne en la cual se gasta combustible. Sin mencionar otros males ya que el exceso de carne y grasas repercute en la salud y provoca ácido úrico, colesterol, obesidad, etcétera.

Como un dato adicional, la genética del mexicano no está hecha para consumir tanta carne. Nuestros antepasados de la época prehispánica no tenían animales de granja, así que toda su dieta estaba basada en frutos y granos. Los animales de granja fueron traídos por los españoles durante la conquista, y los mexicanos, al no estar acostumbrados a este tipo de alimentación, son por ello más propensos a la obesidad a diferencia de los pueblos europeos quienes basan su dieta en alimentos de origen animal.

Volviendo al tema del campo mexicano, nunca se ha cumplido el ideal de la revolución mexicana, de que cada mexicano contara con su propia parcela para sembrarla.  Pero aún así, los mexicanos no somos capaces de aprovechar los pequeños espacios de terreno con los que contamos. Un ejemplo palpable lo veo en Monterrey, cada diciembre. Por ser una región citrícola, muchas familias acostumbran sembrar naranjos y mandarinos, pero parece que los siembran más como ornato, ya que es muy común en época invernal ver cómo en las casas el árbol sobresale y las ramas están cargadas de naranjas y mandarinas que nadie corta. Se quedan ahí hasta que se pudren y se caen. Es verdaderamente una lástima que teniendo el árbol en el jardín de su casa no consuman sus frutos. Tan fácil que sería cortar un par de naranjas y preparanos un jugo fresco sin colorantes ni endulzantes artificiales. Pero no, no lo hacemos, al menos los regios no lo hacen. Y también he visto árboles de aguacate, guayabos, nogales y es lo mismo. Los propietarios dejan los frutos en el árbol hasta que se pudren. Estoy segura que los que sembraron un limonero hasta ahora valorarán sus frutos.

¿México está condenado a no ser autosustentable por ser un país tercermundista? No.

Hay un país tercermundista que sí es autosustentable en cuestión alimentaria. Se trata de Cuba. El programa Future of Food del canal Wobi mostró cómo es que Cuba, a pesar de ser una nación que está en una isla, sin petróleo y sin relaciones con otros países debido a su adopción del régimen comunista, ha salido adelante por sus propios medios. Resulta que en la ciudad de la Habana, los terrenos baldíos son utilizados como parcelas comunales, en donde las personas van y siembran toda clase de vegetales y granos. Al estar ubicadas dentro de la ciudad, los costos de transportación se reducen al mínimo, propiciando el bajo precio de los productos. Además, al no consumir proteína animal, los cubanos se alimentan con una dieta más vegetariana. Consumen la misma cantidad de calorías que los estadounidenses, sin embargo a diferencia de los estadounidenses que consumen productos de origen animal, los cubanos llevan una dieta más vegetariana y por ende, son más delgados. Asimismo, al no haber petróleo, los fertilizantes son orgánicos. El ejemplo de Cuba es cómo cuando ya no quedan más opciones, el único camino es salir adelante a como de lugar, con sus propias manos y recursos. Ojalá un día México se ponga las pilas... ya mínimo que cosechen los frutos que les dan los mismos árboles que plantaron en su jardín.


viernes, 14 de marzo de 2014

El vendedor de abrazos en la Feria UANLeer 2014

Hola lectores blogueros. Para quienes todavía no hayan adquirido mi novela "El vendedor de abrazos" pueden encontrarla en la Feria del Libro UANLeer 2014, esta vez será en Colegio Civil entre Washington y 5 de mayo. La feria estará del 12 al 16 de marzo. y el libro lo pueden encontrar en el stand de EICAM Escritores Independientes. Ahi los espero

jueves, 6 de marzo de 2014

Aparición en el periódico El Horizonte

Hace unos días me entrevistaron para el periódico "El Horizonte" sobre mi novela "El vendedor de Abrazos". Les dejo un extracto de la entrevista. Pueden darle clic a la liga para terminar de leer el articulo


El libro que ´vende´ abrazos
  
La escritora Rocío Ramírez retrata en su novela El Vendedor de Abrazos la soledad que existe en la sociedad. Foto: Israel Martínez
La escritora Rocío Ramírez muestra en su novela la soledad que existe en la actualidad, al contar una historia de un chico foráneo que hace sentir mejor a las personas que necesitan de alguien a su lado a cambio de dinero
 
Por: Judith González

El Horizonte - Aunque en las calles de Monterrey exista un fenómeno social en el que jóvenes portan letreros con el mensaje "se regalan abrazos", también hay un chico que se dedica a venderlos, es así como la escritora Rocío Ramírez retrata en su novela El Vendedor de Abrazos la soledad que existe en la sociedad.

La historia de Julio, un estudiante foráneo originario de Tampico, Tamaulipas, que decide visitar la ciudad en busca de mejores oportunidades profesionales, pero un día descubre el poder especial que tienen sus abrazos, por lo que muchas chicas lo buscan como una forma de aliviar su tristeza y soledad.

"Todo empezó cuando yo estudiaba en los talleres literarios de Marco y ahí nos encargaban un escrito, entonces platicaba con un amigo sobre la soledad de las mujeres que hay en Monterrey por el ritmo de vida, que con el día a día a veces ya no tenemos tiempo de socializar, nos absorbe el trabajo y muchas no tienen pareja, y él me comentaba que se había enterado por casualidad de que un excompañero se dedicaba a vender abrazos", expresó la escritora.