viernes, 20 de febrero de 2015

Por qué perdió Margarita Arellanes

Margarita Arellanes se graduó en la misma generación de Leyes que yo. O al menos eso dice Wikipedia. Seguramente entre sus sueños estaba formar parte de la dinastía de egresados de la Facultad de Derecho que se convirtieron en gobernadores, ya que en la facultad en la entrada principal están labrados los rostros de todos ellos, y quizá en sus sueños adolescentes Margarita aspiraba a que su rostro apareciera ahí, como la primera mujer gobernadora del Estado.

Sin embargo, la gestión de Margarita tuvo más desatinos que aciertos. En primer lugar, no se ganó a la ciudadanía. Era la oportunidad de que ella, como mujer y como abogada, demostrara ser capaz (o mejor) que un hombre.

Monterrey ya venía de varias administraciones mediocres, llenas de corrupciones y desvíos de recursos. Era la oportunidad para atender las verdaderas necesidades de la ciudad que le había sido entregada. Si Margarita estuvo en Leyes, forzosamente tuvo que tomar la clase de Derecho Municipal, en la cual nos enseñaron que de acuerdo con el artículo 115 de la Constitución, las prioridades del municipio son la prestación de servicios públicos, léase alumbrado, agua, alcantarillado, tratamiento de aguas residuales, mantenimiento de calles, parques y jardines, servicio de limpia, entre otros.

Pero en lugar de atender estas necesidades que son tan evidentes en Monterrey, se concentró en invertir en su propia imagen. Entre los logros que ella dijo alcanzar, fue traer a la Marina a combatir el crimen organizado. Pero se le olvida a Margarita que de acuerdo con la Constitución, el general supremo de las fuerzas armadas, del Ejército y la Marina, no es el alcalde, sino el Presidente de la República, así que si la Marina estuvo presente en Nuevo León fue por designación del Poder Ejecutivo Federal, no del municipal.

Margarita Arellanes debió concentrarse en hacer el trabajo que le tocaba hacer por ley. Debió gestionar la implementación de un drenaje pluvial eficaz que recogiera lluvias y aguas residuales. Debió recarpetear las calles y no dejarlas en el completo abandono, hoy todas convertidas en baches y pozos donde día a día, los automovilistas caen y se dañan sus vehículos. Debió concentrarse en la limpieza, el orden, la infraestructura y dejarnos una ciudad digna y segura. Sin embargo es claro que todos estos descuidos lo único que lograron fue ganar el repudio de los regiomontanos. Día a día, en las redes sociales existen reclamos, burlas y sarcasmos contra su administración acompañados de fotos de baches.

El segundo error de Margarita fue no haber hecho alianzas dentro de su propio partido. Rompió relaciones con los que pudieron haberla apoyado, como Zeferino Salgado, Víctor Fuentes y Raúl Gracia. Incluso confrontó a Fernando Larrazábal, su antecesor. Al no haber logrado dichas alianzas, era obvio que los militantes del partido votaran por el candidato “menos peor”, Felipe de Jesús Cantú.

 El tercer error, ya no se trata de un error propiamente, sino de una estrategia de partido. En virtud de que el PRI designó a Ivonne Alvarez como candidata a la gubernatura (seguramente pensando que se enfrentaría con Margarita Arellanes como rival), el PAN pensó que una contienda entre dos mujeres sería reñida, y que incluso llegaría a un empate. Pero al designar a Felipe de Jesús Cantú como candidato a la gubernatura, cambia el escenario. Es una contienda entre hombre y mujer y la sociedad neolonesa todavía es conservadora en ese aspecto, y prefiere a los gobernadores hombres que a las mujeres, especialmente si esas mujeres no demostraron su capacidad ni se ganaron el respeto de los ciudadanos.