lunes, 31 de diciembre de 2018

Ya no hay damas

Últimamente muchas mujeres se quejan de que ya no hay caballeros.

Pero lamento decirles que tampoco ya no hay damas.

Me ha tocado toparme con mujeres que no son amables. Cuando por ejemplo vas caminando, se atraviesa una "mamá-movil" que no te da el paso, sino que se pasa de largo sin importar si te atropella o no. O cuando tú vas manejando y les pides el cambio de carril, te ignoran y le dan más recio.

Últimamente abundan videos de mujeres que reclaman sin razón a un mesero, a un policía, o a algún empleado. Son groseras y antipáticas. Aquí en México las bautizan como "ladys" (no estoy de acuerdo con darle un calificativo demasiado digno a gente que se porta tan vulgar). Mujeres que no respetan las leyes, ni las normas de urbanidad y cuando alguien les hace notar su falta, se enojan, arman un pancho y a veces hasta golpean gente o destruyen cosas.

Creo que hay maneras de pedir las cosas. "Por favor" y  "gracias". No se vale exigir, insultar, denigrar, decir maldiciones ni tampoco echar pleito.

Muchas se creen damas, pero no lo son si se portan de esa manera tan grosera y vulgar. Una dama no lo es por cómo se viste o en qué coche o camioneta anda. Una dama lo es por sus buenos modales.



viernes, 21 de diciembre de 2018

inicio para una nueva novela

Hola a mis 5 lectores blogueros. Ando escasa de ideas para escribir una nueva historia, pero se me ocurrió un inicio. Aquí va haber qué les parece. 

"Nunca me había dado cuenta lo guapo que era Gonzalo hasta que se quitó los lentes. De pronto mi corazón sintió un vuelco, como si otra vez fuera adolescente en la secundaria. La diferencia era que ambos teníamos 40 años, así que de adolescentes no teníamos nada. Su cabello empezaba a escasear y el mío ya pintaba alguna que otra cana. Pero en aquella terraza a la luz de algunos focos incandescentes que colgaban en línea nos veíamos más jóvenes de lo que en realidad éramos. 
No sé si Gonzalo se dio cuenta de lo nerviosa que me puse, porque con el tiempo yo he aprendido a disfrazar mis emociones y aparentar seriedad y a veces, frialdad. Es consecuencia de tanto ir a los juzgados. Al principio me intimidaba hablar con secretarios, jueces, o interrogar a los demandados o defender a mis representados. Mi jefa de aquel entonces me enseñó a tener lo que dicen los jugadores "poker face". El problema es que sin darme cuenta, empece a usar esa cara en otros aspectos de mi vida personal. Si a eso le sumo el hecho que yo también uso anteojos, me tildaban de intelectual, y tal vez de aburrida. 
De hecho no hubiera salido con Gonzalo de no ser por dos cosas, porque necesitaba asesoría legal y porque sólo podía verme en las noches ya que por su trabajo, no podía ir en horas de oficina a mi despacho. 
Así que esa noche, en la terraza de aquel restaurante, bajo la luz de la luna, con el viento alborotando mi cabello y esa musica de jazz, sentí que volvía a tener 15 años y que estaba con el chico que me gustaba."

¿Qué onda? ¿Qué les parece?  A ver si las musas me inspiran y le doy continuidad a esta historia. Mi objetivo es que sea igual de divertida que la de "Ojos sabor a menta" pero con otros personajes más maduros. 

Ah, por cierto, compren "Ojos sabor a menta". Disponible en Amazon y ahora en iBooks. 


miércoles, 5 de diciembre de 2018

Moda de los años 2000

Me acuerdo que cuando era principios del siglo XXI, la moda se volvió muy complicada. Por aquellos años entre el 2002 a 2005, los pantalones eran a la cadera, y las blusas muy cortitas, de tal manera que siempre había que enseñar el vientre. Si no tenías el físico perfecto, prácticamente hacías el ridículo.


Otra cosa que también estaba de moda era usar el cabello planchado, con luces. Para mí esta moda era incómoda, ya que yo tengo el cabello naturalmente rizado, y es difícil de alaciar. Además, lo tenía tan abundante que me tardaba horas en plancharlo, y cuando lo conseguía, no me duraba mucho tiempo así, cualquier humedad en el aire hacía que se me llenara de frizz, a pesar de que me untara las dichosas gotas de seda, sin mencionar que se me maltrataba mucho pues empezaba a resecarse de tantas planchadas.

Por eso pocas veces me hacía este look, pero nunca faltaba la amiga criticona que me preguntara "¿por qué no te lo planchas?"


Lo de las luces, de plano nunca lo intenté. No me gustaba la idea de verme como cebra, jajaja.

Pero no todo fue tan malo. Una de las cosas que estaba de moda y que me gustaba era usar blusas azules en la oficina, como estas. Yo tuve una blusa así, y era de mis favoritas.


Otra cosa que también estuvo de moda fueron los vestidos tipo lencería. Yo aún conservo uno en color naranja y me gustaba mucho, era muy elegante, cómodo y sexy. Sólo espero que algún día me vuelva a quedar jaja.


¿Y ustedes qué recuerdan de esa época?