miércoles, 5 de septiembre de 2012

El péndulo

Le pregunté al péndulo si me querías. Me dijo que sí. Le pregunté al péndulo si querías salir conmigo. Me dijo que no. Le pregunté al péndulo si me amabas. Me dijo que sí. Le pregunté al péndulo si querías noviazgo. Me dijo que no. Le pregunté al péndulo si me decía la verdad. Me dijo que sí. Le pregunté al péndulo si tú querías estar junto a mí. Me dijo que no.

Sigo sin comprender cómo se puede amar a alguien, y al mismo tiempo, no querer verlo. El péndulo me dio respuestas contradictorias. Supongo que él es un ser contradictorio.


¿Cómo es Monterrey?

Hablo mucho de Monterrey, porque aquí vivo, y no he podido salir de este rancho urbano. El día que me vaya a vivir no a otra ciudad, sino a otro país, podré sacudirme lo regia, aunque conociéndome, creo que tarde o temprano regresaría porque Monterrey es una de esas ciudades raras que ejercen una especie de imán, y es digna de analizarse bajo el microscopio porque no se parece a ninguna otra ciudad de México.

Perdida en medio de un desierto sin salida al mar, y que todos con orgullo dicen "ay, si, la ciudad de las montañas" pero de las montañas pelonas porque no hay ni un solo pinche arbol y la gente naca en verano se mete a nadar a las fuentes de la Macroplaza y el paseo Santa Lucía como si fueran un balneario público. Ya nos acostumbramos a tener el sol en la cabeza, y sin usar sombrero. Porque aquí, contrario a la imagen estereotipada que tienen de nosotros, los regios no usamos sombreros. Y deberíamos porque este sol nos perfora la mollera, pero por alguna razón que no entiendo, nadie se cubre la cabeza.

La gente que no conoce Monterrey es muy difícil que entienda de qué hablo. Pero si les da curiosidad de cómo son aquí, les dejo este video, que describe perfectamente cómo es la gente aquí. Ahí préstenle atención a la letra, así se habla aquí, y lo que dice así sucede aquí. Como dije, pura "cultura" de rancho urbano.