jueves, 13 de junio de 2019

Si por cada like me dieran un dólar

Yo no me considero influencer. Nací mucho antes de que esto se pusiera de moda. A mí lo que me tocó fue el internet en pañales, y las páginas en Geocity de Yahoo, y los blogs. De hecho este blog ya tiene sus años (Creo que diez, no me acuerdo).

Y después surgieron las redes sociales, Facebook, Twitter, Instagram. Los hábitos de lectura cambiaron. Ya nadie lee blogs, aún así lo mantengo porque me gusta expresarme aquí, y supongo que aún tengo uno que otro lector que me sigue (¡Bueno, eso quiero pensar!)

Las redes sociales cambiaron también la forma de relacionarse entre las personas, y se volvieron más visuales. No leen, ven. Y la forma más huevona de manifestar su apoyo es el like. O sea, un simple clic del mouse, al ícono de pulgar arriba y ya, con eso cumples tu misión en el mundo de mandar buenas vibras y deseos a quien publica.

Estos likes son pura ilusión, son como aplausos aislados. Claro que si juntas esos aplausos, ya es una ovación. Hay gente que con una foto acumula decenas de miles de likes. Y si estás activo en YouTube, a veces hasta te pagan por las miles de veces que tu video se reproduce, ya que entre más sea visto, se inserta más publicidad, y esos son los ingresos que recibe el Youtuber.

La otra opción de ganar dinero es que las mismas empresas se acerquen a ti y te ofrezcan convertirte en la imagen de sus productos. Por ejemplo las chicas jóvenes de cuerpo bonito, con un número significativo de seguidores, empiezan a recomendar maquillaje, ropa, productos nutricionales, etc. y les pagan por eso, o les regalan cosas.

Por todo eso se acuñó el término "influencer", como si se tratara de una profesión (aunque en realidad no lo es, porque no se necesita estudiar ni tener titulo profesional para convertirse en un influencer). Las Kardashian son expertas en eso.

Y el sueño de mucho millenial es convertirse en eso, en un influencer, porque seamos honestos, es un trabajo soñado. Tomarte fotos o grabar videos, anunciar productos y que te paguen por eso o que te regalen cosas, pues qué chido. Hasta yo quisiera ser influencer. Y lo he intentado, pero soy muy floja para grabar videos y tomarme selfies.

Sin embargo, esta burbuja de fama no durará para siempre. Ahí está el caso de una influencer, una tal Arii, que se puso a llorar porque nadie compró sus productos. La chica tiene muchos seguidores en su cuenta de instagram, miles de likes, y pensó que si les vendía cosas, se las comprarían como pan caliente. ¡Inocente palomita! Como dije, los likes son la forma más huevona de manifestar tu apoyo a alguien, pero eso no significa que le vayas a pagar un dólar por cada like. Es más, si los likes se cobraran, nadie los daría, o muy pocos. Además, muchos de esos likes son bots, o sea, no hay nadie detrás de la pantalla. Un algoritmo de computadora se encarga de inflarte o desinflarte. Porque también he visto Youtubers que graban videos todos enojados, porque Youtube les quitó likes.

Y a mí me consta que eso de tener likes no es sinónimo de ventas seguras. Yo en Facebook cada vez que le anunciaba a mis contactos que vendía libros, nada más me daban like pero no lo compraban, jajaja. De buenas que no me hice ilusiones para vivir de eso, porque ya me hubiera muerto de hambre.

En fin. Ahí está la reflexión del día. Si su corazón es muy generoso, no me den like, mejor dénle clic al botoncito de Paypal de donaciones que tengo en el blog e invítenme un café.