Un tipo de estrés que sufre mi generación es el estrés informático. Realmente podría decirse que esto es nuevo, ya que nuestros padres y abuelos jamás pasaron por esta situación.
Cuando la tecnología falla, nos entra ansiedad y a veces pánico. También nos provoca ira, frustración y deseos de golpear la computadora.
¿Cuántas veces nos ha sucedido que cuando más apurados estamos, nos aparece la famosa pantalla azul de que se va a reiniciar el sistema y que va a instalar 123 actualizaciones?
¿O cuántas veces nos hemos enojado porque vamos al banco y nos dicen que no hay sistema?
¿Y qué nos pasa cuando se cierra inesperadamente un archivo en el que has trabajado horas pero no alcanzaste a guardar la información?
¿Y qué tal cuando mandas un archivo y el mismo correo te lo rebota?
¿O cuándo quieres consultar algo y no te acuerdas de la contraseña y la página se bloquea?
Y así podría enumerar cientos de situaciones como estas. Y si nos ponemos a pensar, este tipo de estrés es contra algo intangible. O sea, no es que estés en una situación de peligro y puedas luchar o huir. Es una cosa impalpable, cerebral, contra la que no sabes actuar porque no queda de otra que quedarse sentado y pensar y esperar a que llegue la solución.
Y mientras te muerdes las uñas o despotricas contra los muebles, la falla informática sigue ahí.
Por eso me pregunto que pasará en un futuro próximo, con las nuevas tendencias de pago en las que se eliminará el efectivo y todo se hará a través de un celular. ¿Estamos listos para enfrentar un nuevo tipo de estrés informático?
Cuando la tecnología falla, nos entra ansiedad y a veces pánico. También nos provoca ira, frustración y deseos de golpear la computadora.
¿Cuántas veces nos ha sucedido que cuando más apurados estamos, nos aparece la famosa pantalla azul de que se va a reiniciar el sistema y que va a instalar 123 actualizaciones?
¿O cuántas veces nos hemos enojado porque vamos al banco y nos dicen que no hay sistema?
¿Y qué nos pasa cuando se cierra inesperadamente un archivo en el que has trabajado horas pero no alcanzaste a guardar la información?
¿Y qué tal cuando mandas un archivo y el mismo correo te lo rebota?
¿O cuándo quieres consultar algo y no te acuerdas de la contraseña y la página se bloquea?
Y así podría enumerar cientos de situaciones como estas. Y si nos ponemos a pensar, este tipo de estrés es contra algo intangible. O sea, no es que estés en una situación de peligro y puedas luchar o huir. Es una cosa impalpable, cerebral, contra la que no sabes actuar porque no queda de otra que quedarse sentado y pensar y esperar a que llegue la solución.
Y mientras te muerdes las uñas o despotricas contra los muebles, la falla informática sigue ahí.
Por eso me pregunto que pasará en un futuro próximo, con las nuevas tendencias de pago en las que se eliminará el efectivo y todo se hará a través de un celular. ¿Estamos listos para enfrentar un nuevo tipo de estrés informático?