En el libro donde aparecen mis cuentos (que pueden descargar dándole clic al link que dejé en esta página) está otro cuento de un compañero mío, Arturo González, titulado "Los desertores del circuito del habla".
El cuento trata de una sociedad ubicada en un futuro muy cercano, en donde se analiza el fenómeno que produce el uso de celulares en las personas, algo muy semejante a una droga.
Menciono este cuento, ya que hace algunos días leí un reportaje acerca de que una de las mentiras más comunes en el mexicano moderno, es fingir que habla por celular para evadir a las personas.
Lo curioso es que en muchos casos, repiten tanto la mentira que terminan creyéndola. Se mencionaban casos de personas que mientras fingían hablar por teléfono celular, para que todo mundo los escuchara, inventaban una vida social falsa, para luego al final del día percatarse que no habían recibido ni una sola llamada real.
En mi caso, yo casi no uso el celular. Pero me molesta mucho cuando estoy platicando con una persona y ésta saca su celular o su blackberry y se pone a textear con alguien más. Siento que eso es una falta de educación, porque siento yo que es más importante prestar atención a tu interlocutor. Las llamadas y mensajes pueden esperar. Pero ya las prioridades han cambiado en cuanto a las normas de comunicación. Tal parece que si el celular suena, el que recibe la llamada está obligado a interrumpir su plática, alejarse del interlocutor, e irse a un lugar apartado para hablar por teléfono, a veces tardándose minutos. Es realmente fastidioso.
A mí me tocó una vez que fui a visitar a una amiga, para platicar con ella. Y ésta parecía ausente, pues se la pasaba chateando. Luego le llamó el novio al celular, y ella se puso a platicar con él, y mientras pasaban los minutos. Ya cuando pasó media hora y que vi que no colgaba, me paré y me fui.
Fue hasta ese momento que ella se dio cuenta que yo me marchaba, cuando me pregunta ¿ya te vas?
En definitiva, pienso que tal como menciona mi amigo en su cuento, los celulares nos dan un efecto narcótico a nuestras mentes.