¿Por qué comemos Chetos? Pues porque son ricos y saben a queso. Sabemos que son comida chatarra, compuesta por grasas, sal, y colorantes y saborizantes artificiales. Aún así, es un snack favorito de chicos y grandes. Pero si no tuvieran ese color amarillo ¿los comeríamos?
El cerebro asocia ciertos colores a sabores. Una vez me tocó ver por televisión un experimento, en donde un grupo de chefs, se les daba a probar una serie de bebidas saborizadas, pero a las cuales se les mezcló colorantes diferentes. Digamos que al sabor limón, le añadían colorante rojo. Al sabor fresa le añadían colorante amarillo. Al sabor piña, le agregaban colorante morado, y así. A los participantes simplemente se les pedía que identificaran los sabores, usando sus sentidos (olfato, vista, gusto). Lo interesante aquí, es que muchos tuvieron una especie de repelus. Si probaban por ejemplo el sabor limón, esperaban sentir el sabor a fresa, y ese choque entre lo que el cerebro esperaba y lo que realmente probaron, los confundió e hicieron caras de desagrado o descontento. Otros incluso, cayeron en la trampa. Identificaron un sabor en base al color, no al sabor en sí. Eso indica cuán manipulados están nuestros cerebros por la industria alimenticia.
Si checamos las etiquetas nutricionales, en la mayoría de los productos se indica la leyenda "con sabor a..." O sea que ni siquiera estamos comiendo un tomate en una salsa catsup, o mantequilla en las palomitas de maíz de microondas. Lo que consumimos es una serie de químicos que estimulan nuestro sentido del olfato y las papilas gustativas. Claro que para conseguir ese sabor, los químicos de los laboratorios hacen numerosas pruebas. Un ejemplo que mostraron fue unos tomates que sólo se conseguían en cierta región de Italia. Debido a las condiciones de la tierra y sus minerales, esos tomates tenían un sabor muy especial. Un grupo de químicos compró una caja de esos tomates, los llevó a su laboratorio, identificó los componentes que más se le asemejaban al sabor y olor, y creó diversas muestras que los pasó a probadores de alimentos, y éstos seleccionaron la mezcla de químicos que se parecía al sabor de los tomates.
El problema de todos estos saborizantes y colorantes es que son agregados a almidones, grasas o azúcares que no aportan valor nutricional, de tal manera que nuestro cuerpo no sólo se vuelve adicto a la chatarra, sino que al no tener los nutrientes que necesita para funcionar, cae en enfermedades como anemia, obesidad y cáncer.
Muchas personas no están conscientes de eso. Todos nos vamos a lo práctico. Y es que es más fácil comprarse una bolsa de fritos o un pan dulce que levantarse temprano para lavar y picar fruta y verdura para llevarla de snack. Además, las tiendas de conveniencia no ofrecen más que comida chatarra. Entra a un Oxxo, por ejemplo, y sólo encontrarás sodas, cervezas, papitas, botana y pan dulce. Si hurgas bien, quizá encuentres una manzana olvidada por ahí en el congelador junto a las pizzas y sandwiches, pero están tan escondidas que es muy raro que las encuentres. Los proveedores acomodan su vistosa mercancía de bolsas metálicas en colores llamativos justo a la entrada.
Así que ¿comerías chetos aunque fueran en color azul o morado?
El cerebro asocia ciertos colores a sabores. Una vez me tocó ver por televisión un experimento, en donde un grupo de chefs, se les daba a probar una serie de bebidas saborizadas, pero a las cuales se les mezcló colorantes diferentes. Digamos que al sabor limón, le añadían colorante rojo. Al sabor fresa le añadían colorante amarillo. Al sabor piña, le agregaban colorante morado, y así. A los participantes simplemente se les pedía que identificaran los sabores, usando sus sentidos (olfato, vista, gusto). Lo interesante aquí, es que muchos tuvieron una especie de repelus. Si probaban por ejemplo el sabor limón, esperaban sentir el sabor a fresa, y ese choque entre lo que el cerebro esperaba y lo que realmente probaron, los confundió e hicieron caras de desagrado o descontento. Otros incluso, cayeron en la trampa. Identificaron un sabor en base al color, no al sabor en sí. Eso indica cuán manipulados están nuestros cerebros por la industria alimenticia.
Si checamos las etiquetas nutricionales, en la mayoría de los productos se indica la leyenda "con sabor a..." O sea que ni siquiera estamos comiendo un tomate en una salsa catsup, o mantequilla en las palomitas de maíz de microondas. Lo que consumimos es una serie de químicos que estimulan nuestro sentido del olfato y las papilas gustativas. Claro que para conseguir ese sabor, los químicos de los laboratorios hacen numerosas pruebas. Un ejemplo que mostraron fue unos tomates que sólo se conseguían en cierta región de Italia. Debido a las condiciones de la tierra y sus minerales, esos tomates tenían un sabor muy especial. Un grupo de químicos compró una caja de esos tomates, los llevó a su laboratorio, identificó los componentes que más se le asemejaban al sabor y olor, y creó diversas muestras que los pasó a probadores de alimentos, y éstos seleccionaron la mezcla de químicos que se parecía al sabor de los tomates.
El problema de todos estos saborizantes y colorantes es que son agregados a almidones, grasas o azúcares que no aportan valor nutricional, de tal manera que nuestro cuerpo no sólo se vuelve adicto a la chatarra, sino que al no tener los nutrientes que necesita para funcionar, cae en enfermedades como anemia, obesidad y cáncer.
Muchas personas no están conscientes de eso. Todos nos vamos a lo práctico. Y es que es más fácil comprarse una bolsa de fritos o un pan dulce que levantarse temprano para lavar y picar fruta y verdura para llevarla de snack. Además, las tiendas de conveniencia no ofrecen más que comida chatarra. Entra a un Oxxo, por ejemplo, y sólo encontrarás sodas, cervezas, papitas, botana y pan dulce. Si hurgas bien, quizá encuentres una manzana olvidada por ahí en el congelador junto a las pizzas y sandwiches, pero están tan escondidas que es muy raro que las encuentres. Los proveedores acomodan su vistosa mercancía de bolsas metálicas en colores llamativos justo a la entrada.
Así que ¿comerías chetos aunque fueran en color azul o morado?