El otro día, iba caminando por una banqueta que está en la Avenida Alfonso Reyes, entre Río Pánuco y Eugenio Garza Sada. Era sábado, la 1 de la tarde. El tráfico en ese tramo estaba insufrible, sobre todo porque después del paso a desnivel que construyeron, solamente dejaron dos carriles para todos aquellos que se quieren incorporar a la Avenida Eugenio Garza Sada y de inmediato se hace un cuello de botella que se extiende por lo menos un kilómetro (démosle gracias al gobierno por tan brillante obra pública).
A eso hay que sumar que la dichosa "banqueta" en realidad es una rampa de estacionamiento que abarca toda la cuadra. Rampa que utilizan el Casino Winland, el bar Roots y la agencia de autos Hyundai. O sea, que prácticamente ahí no existe banqueta pues está a nivel de calle. Otra vez démosle gracias al gobierno por haberles dado permiso de desaparecer la banqueta para favorecer esos negocios y fregar a los peatones.
Total, que les decía que iba caminando por esa banqueta, cuando de repente, los conductores perdieron la paciencia y la cordura (algo muy común en esta ciudad) y les dio por circular a toda velocidad encima de la banqueta para sacarle vuelta al embotellamiento. Les valió madre que hubiera caminando gente por ahí. Dos veces me estuvieron a punto de atropellar. Dos veces. De nada sirvió que yo les agitara los brazos para hacerles notar que yo estaba ahí. No. Ellos estaban cegados de la ira porque el tráfico no avanzaba, así que decidieron imponer su ley y circular por la banqueta.
Cuando el segundo carro estuvo a centímetros de atropellarme yo le grité "¿Por qué se sube a la banqueta?"
Claro que el fulano se burló de mí.
Así es la vida en Monterrey. La gente no tiene respeto por nadie.
A eso hay que sumar que la dichosa "banqueta" en realidad es una rampa de estacionamiento que abarca toda la cuadra. Rampa que utilizan el Casino Winland, el bar Roots y la agencia de autos Hyundai. O sea, que prácticamente ahí no existe banqueta pues está a nivel de calle. Otra vez démosle gracias al gobierno por haberles dado permiso de desaparecer la banqueta para favorecer esos negocios y fregar a los peatones.
Total, que les decía que iba caminando por esa banqueta, cuando de repente, los conductores perdieron la paciencia y la cordura (algo muy común en esta ciudad) y les dio por circular a toda velocidad encima de la banqueta para sacarle vuelta al embotellamiento. Les valió madre que hubiera caminando gente por ahí. Dos veces me estuvieron a punto de atropellar. Dos veces. De nada sirvió que yo les agitara los brazos para hacerles notar que yo estaba ahí. No. Ellos estaban cegados de la ira porque el tráfico no avanzaba, así que decidieron imponer su ley y circular por la banqueta.
Cuando el segundo carro estuvo a centímetros de atropellarme yo le grité "¿Por qué se sube a la banqueta?"
Claro que el fulano se burló de mí.
Así es la vida en Monterrey. La gente no tiene respeto por nadie.