Afortunadamente ya no uso el transporte público. Claro que andar en carro tampoco es un lecho de rosas, porque hay que lidiar con conductores y choferes idiotas y groseros, pero al menos voy sola, en mi propio espacio, con mucho mayor comodidad. Sin embargo, esto es reciente. Hasta hace cuatro años yo me transportaba en camiones. El metro no lo llegué a usar dado que ninguna de las líneas va para mis rumbos.
En Monterrey hay ciertas rutas de camiones que son bastante aceptables. Por ejemplo, la ruta 1, la 17 y la 18. Siempre se han caracterizado por mantener sus unidades limpias, iluminadas, en buen estado, con aire acondicionado, puntuales, y con choferes que usan uniforme y manejan bien, sin perder la calma ni el control. Pero el resto están bastante deplorables y dan vergüenza. Son camiones con más de veinte años de uso, a los que les falla el clutch, ruidosas, sucias por dentro y por fuera, con escupitajos y bolsas vacías de fritos y botellas de agua, asientos en mal estado, con graffiti, sin iluminación, con choferes vulgares y groseros que son cafres al volante. Desafortunadamente, estas rutas abarcan el 90% del área metropolitana, y son las más usadas.
Para gran parte de la población, este es su único medio de transporte, y en donde pasarán 4 horas diarias. Recientemente salió en El Norte un reportaje, donde los regiomontanos invierten 2 horas de ida y 2 de vuelta en transportarse a sus trabajos. Si nos ponemos hacer cuentas, una persona que trabaja de lunes a viernes y que toma el camión en estas condiciones, significa que por mes invierte 80 horas en un camión, el equivalente a 3.33 días al mes. ¿Se imaginan estar 3 días en un camión y que para colmo, está en mal estado, soportando suciedad, malos olores?
Pero eso no es todo. Habrá que añadir un factor más: el acoso sexual. Entre tantas horas de estar de pie, apretujada entre tanta gente, nunca falta el degenerado que ve la oportunidad de satisfacer su calentura. Las cifras si son alarmantes. El problema es que los tocamientos es un delito que es difícil de denunciar y de probar ya que el agresor es anónimo y desaparece entre la muchedumbre. Así que no queda de otra más que aprender algo de defensa personal, o bien, optar por comprarse un automóvil, porque para que se mejore el sistema de transporte público en México pasarán muchos, muchísimos años... Si es que se mejora, claro.
En Monterrey hay ciertas rutas de camiones que son bastante aceptables. Por ejemplo, la ruta 1, la 17 y la 18. Siempre se han caracterizado por mantener sus unidades limpias, iluminadas, en buen estado, con aire acondicionado, puntuales, y con choferes que usan uniforme y manejan bien, sin perder la calma ni el control. Pero el resto están bastante deplorables y dan vergüenza. Son camiones con más de veinte años de uso, a los que les falla el clutch, ruidosas, sucias por dentro y por fuera, con escupitajos y bolsas vacías de fritos y botellas de agua, asientos en mal estado, con graffiti, sin iluminación, con choferes vulgares y groseros que son cafres al volante. Desafortunadamente, estas rutas abarcan el 90% del área metropolitana, y son las más usadas.
Para gran parte de la población, este es su único medio de transporte, y en donde pasarán 4 horas diarias. Recientemente salió en El Norte un reportaje, donde los regiomontanos invierten 2 horas de ida y 2 de vuelta en transportarse a sus trabajos. Si nos ponemos hacer cuentas, una persona que trabaja de lunes a viernes y que toma el camión en estas condiciones, significa que por mes invierte 80 horas en un camión, el equivalente a 3.33 días al mes. ¿Se imaginan estar 3 días en un camión y que para colmo, está en mal estado, soportando suciedad, malos olores?
Pero eso no es todo. Habrá que añadir un factor más: el acoso sexual. Entre tantas horas de estar de pie, apretujada entre tanta gente, nunca falta el degenerado que ve la oportunidad de satisfacer su calentura. Las cifras si son alarmantes. El problema es que los tocamientos es un delito que es difícil de denunciar y de probar ya que el agresor es anónimo y desaparece entre la muchedumbre. Así que no queda de otra más que aprender algo de defensa personal, o bien, optar por comprarse un automóvil, porque para que se mejore el sistema de transporte público en México pasarán muchos, muchísimos años... Si es que se mejora, claro.