Hace meses, cuando tomé mi último taller literario, llegué toda apurada y encontré el estacionamiento lleno. En el último rincón encontré un cajón libre. Justo a mi lado, se estaba estacionando también alguien, que invadió un poco mi espacio. Se bajó del coche un muchachito al que yo le calculé 23 años, flaco, desgarbado, con el cabello despeinado a propósito y una barba insolente. Se dio cuenta que se había estacionado mal, y me dijo que me esperara, que acomodaría mejor su coche.
Más tarde, volví a encontrarlo en el salón de clases. Me le quedé viendo, porque me intrigó su facha, su aire a Beto Cuevas en aquellos tiempos en que la Ley era un grupo más oscuro y más gótico. Lo sentía familiar, y al mismo tiempo desconocido. Hasta que llegué a la conclusión de que se parecía a un personaje que yo inventé. De un chico rockero con una juventud inmortal.
Cuando nos presentamos, cada quien dijo cuál era su profesión. El chico resultó que sí era rockero, y no era tan chico, tenía 33 años. (¿juventud inmortal? ¿rockero? o_O !!!!)
En los siguientes escasos días traté de platicar con él, y averiguar un poco más de su vida. Me intrigaba mucho hablar con "mi personaje". Sentía que de alguna manera él se había escapado de mi mente, y andaba deambulando por ahí, con vida propia, con un cuerpo propio. Hasta me daban ganas de palparlo, para ver si era de carne y hueso. Si comía, hablaba, escribía y hacía el amor, como otro ser mortal.
Pero la seriedad que me cargo encima no me deja ser. Aunque platicamos, faltó más... química, por así decirlo. Quizá tuvo algo que ver que yo soy un bicho convencional, que uso lentes y tengo look de oficinista jodida en lugar de artista bohemia, y eso hace que no hagan clic conmigo.
Total, que se acabó el curso, y se me olvidó pedirle sus datos. Y mi personaje desapareció. No sé si regresó a mi imaginación, a mi cabeza donde solía habitar, o si anda por ahí, vagando, cantando, tocando su guitarra, y adaptándose al mundo real. Si lo conocen, díganle que lo ando buscando.
Más tarde, volví a encontrarlo en el salón de clases. Me le quedé viendo, porque me intrigó su facha, su aire a Beto Cuevas en aquellos tiempos en que la Ley era un grupo más oscuro y más gótico. Lo sentía familiar, y al mismo tiempo desconocido. Hasta que llegué a la conclusión de que se parecía a un personaje que yo inventé. De un chico rockero con una juventud inmortal.
Cuando nos presentamos, cada quien dijo cuál era su profesión. El chico resultó que sí era rockero, y no era tan chico, tenía 33 años. (¿juventud inmortal? ¿rockero? o_O !!!!)
En los siguientes escasos días traté de platicar con él, y averiguar un poco más de su vida. Me intrigaba mucho hablar con "mi personaje". Sentía que de alguna manera él se había escapado de mi mente, y andaba deambulando por ahí, con vida propia, con un cuerpo propio. Hasta me daban ganas de palparlo, para ver si era de carne y hueso. Si comía, hablaba, escribía y hacía el amor, como otro ser mortal.
Pero la seriedad que me cargo encima no me deja ser. Aunque platicamos, faltó más... química, por así decirlo. Quizá tuvo algo que ver que yo soy un bicho convencional, que uso lentes y tengo look de oficinista jodida en lugar de artista bohemia, y eso hace que no hagan clic conmigo.
Total, que se acabó el curso, y se me olvidó pedirle sus datos. Y mi personaje desapareció. No sé si regresó a mi imaginación, a mi cabeza donde solía habitar, o si anda por ahí, vagando, cantando, tocando su guitarra, y adaptándose al mundo real. Si lo conocen, díganle que lo ando buscando.