En nuestra sociedad actual a todos los problemas los quieren solucionar a base de medicamentos. Creen que con una píldora se resuelve todo.
Actualmente muchos niños son diagnosticados con Trastorno de Déficit de Atención. Un término demasiado abrumador y espeluznante para definir a aquellos niños inquietos que no se aguantan sentados y andan de un lado para otro.
Para empezar, creo que la mayoría de los niños son así, inquietos. Es raro el niño o la niña que está quieto sin hacer nada. Y cuando eso pasa, las mamás son las que se intranquilizan porque dicen: "si no hace ruido es porque o está enfermo o está planeando una travesura."
Está dentro de la naturaleza del niño ser atrevido, audaz, estar en constante movimiento, explorando y descubriendo el mundo, preguntando el por qué de las cosas, cuestionando, indagando. Pero los adultos queremos que los niños sigan un programa estandarizado de actividades, que cumplan horarios, y que obedezcan órdenes porque así es más fácil manejarlos.
¿Y qué sucede cuando el niño no se amolda a lo que le imponen los adultos? Pues lo clasifican como niño hiperactivo y de inmediato le recetan fármacos, siendo que en realidad sus problemas pueden derivar de otras circunstancias, como por ejemplo, la miopía. El niño que no ve bien el pizarrón le pregunta a su compañerito de al lado qué es lo que anotó en su cuaderno, y la maestra interpreta esto como que el niño es platicador y distrae a los otros. Y le atascan las pastillas cuando el problema en realidad se solucionaba con anteojos. O bien, puede tratarse de niños con un IQ elevado, es decir, superdotados, y que aprenden tan rápido que se aburren del ritmo lento de la clase. Y en lugar de apoyar a esos niños con enseñanza más acorde a su nivel intelectual, los diagnostican con TDA y les recetan fármacos.
Pero no nos vayamos más lejos... incluso ahora medican a los bebés. Un amigo que tiene a su hija en una guardería, un día notó que la niña estaba más somnolienta que de costumbre. Descubrió que en el fondo del biberón había una especie de sustancia rara asentada debajo de la leche. Él llevó esto a un laboratorio y le dijeron que se trataba de un sedante. Sí, de un sedante, imaginense, darle un sedante a un bebe... Total, que él fue a la guardería a pelearse y la explicación que le dieron es que les dan esos sedantes a los niños para que puedan dormir la siesta(y así no batallar con ellos). Él les exigió que no le volvieran a dar eso a la niña o se atendrían a las consecuencias.
Y esto no sucede únicamente a los niños. También a los ancianos les recetan sedantes para que duerman. Algunos geriatras insisten en que en la tercera edad las personas les entra depresión, ansiedad y miedo al dormir, por lo que es obligatorio que diariamente ingieran medicamentos para conciliar el sueño. Muchas veces los ancianos no sufren de depresión (al menos no con todos los síntomas que menciona la OMS para catalogarlo como tal) sino que simplemente sienten melancolía porque se sienten solos o indefensos, o porque añoran su juventud. Sin embargo, como es más fácil dar una píldora a que alguien les de terapia, pues se recurre a eso, y así no tener que lidiar con ellos.
Y es que las compañías farmacéuticas son las que se benefician al final de cuentas con estas "enfermedades" mal diagnosticadas, lo que me hace pensar que últimamente la medicina en lugar de ser una profesión noble, se ha vuelto mercantilista y lucrativa.
Actualmente muchos niños son diagnosticados con Trastorno de Déficit de Atención. Un término demasiado abrumador y espeluznante para definir a aquellos niños inquietos que no se aguantan sentados y andan de un lado para otro.
Para empezar, creo que la mayoría de los niños son así, inquietos. Es raro el niño o la niña que está quieto sin hacer nada. Y cuando eso pasa, las mamás son las que se intranquilizan porque dicen: "si no hace ruido es porque o está enfermo o está planeando una travesura."
Está dentro de la naturaleza del niño ser atrevido, audaz, estar en constante movimiento, explorando y descubriendo el mundo, preguntando el por qué de las cosas, cuestionando, indagando. Pero los adultos queremos que los niños sigan un programa estandarizado de actividades, que cumplan horarios, y que obedezcan órdenes porque así es más fácil manejarlos.
¿Y qué sucede cuando el niño no se amolda a lo que le imponen los adultos? Pues lo clasifican como niño hiperactivo y de inmediato le recetan fármacos, siendo que en realidad sus problemas pueden derivar de otras circunstancias, como por ejemplo, la miopía. El niño que no ve bien el pizarrón le pregunta a su compañerito de al lado qué es lo que anotó en su cuaderno, y la maestra interpreta esto como que el niño es platicador y distrae a los otros. Y le atascan las pastillas cuando el problema en realidad se solucionaba con anteojos. O bien, puede tratarse de niños con un IQ elevado, es decir, superdotados, y que aprenden tan rápido que se aburren del ritmo lento de la clase. Y en lugar de apoyar a esos niños con enseñanza más acorde a su nivel intelectual, los diagnostican con TDA y les recetan fármacos.
Pero no nos vayamos más lejos... incluso ahora medican a los bebés. Un amigo que tiene a su hija en una guardería, un día notó que la niña estaba más somnolienta que de costumbre. Descubrió que en el fondo del biberón había una especie de sustancia rara asentada debajo de la leche. Él llevó esto a un laboratorio y le dijeron que se trataba de un sedante. Sí, de un sedante, imaginense, darle un sedante a un bebe... Total, que él fue a la guardería a pelearse y la explicación que le dieron es que les dan esos sedantes a los niños para que puedan dormir la siesta
Y esto no sucede únicamente a los niños. También a los ancianos les recetan sedantes para que duerman. Algunos geriatras insisten en que en la tercera edad las personas les entra depresión, ansiedad y miedo al dormir, por lo que es obligatorio que diariamente ingieran medicamentos para conciliar el sueño. Muchas veces los ancianos no sufren de depresión (al menos no con todos los síntomas que menciona la OMS para catalogarlo como tal) sino que simplemente sienten melancolía porque se sienten solos o indefensos, o porque añoran su juventud. Sin embargo, como es más fácil dar una píldora a que alguien les de terapia, pues se recurre a eso, y así no tener que lidiar con ellos.
Y es que las compañías farmacéuticas son las que se benefician al final de cuentas con estas "enfermedades" mal diagnosticadas, lo que me hace pensar que últimamente la medicina en lugar de ser una profesión noble, se ha vuelto mercantilista y lucrativa.