lunes, 28 de septiembre de 2015

¿Por qué no te has casado?

Considero de muy mala educación que un hombre le pregunte a una mujer por qué no se ha casado. No lo digo por ser feminista o feminazi ni nada por el estilo. Lo digo porque es una pregunta incómoda que nunca tiene una respuesta que le parezca satisfactoria al que pregunta. El cuestionamiento más o menos siempre sigue el mismo orden:
"¿Tienes novio?
"No. Estoy soltera.
"¿No te has casado?
"No. No tengo novio ni estoy casada.
"¿Por qué?"

Esa pregunta de "por qué" deja a la mujer en una situación bastante incómoda, de tener que dar explicaciones. Para empezar, ¿qué importancia tiene que no se haya casado? ¿Le afecta al hombre saber que la mujer que él pretende siga soltera? Yo si fuera hombre, y si supiera que la mujer no tiene novio ni esposo ni nada, no me pondría a preguntarle por qué no lo tiene, sino que al contrario, me sentiría feliz porque tendría el camino libre. Pero he aquí que no, los hombres sienten esa curiosidad por saber por qué una mujer no se ha casado.

Acto seguido, proceden a la siguente afirmación: "Es que has de ser muy exigente".

O sea, en base a la ausencia de pareja, categóricamente afirman que la mujer es "exigente" y que por ende no vale la pena pretenderla. ¿Entonces era necesario ser casada para así llenar sus expectativas? ¿O qué?

Preguntarle a una mujer soltera por qué no se ha casado, es tan absurdo como ir a una agencia de carros y preguntarle al vendedor por qué no ha vendido equis coche. La respuesta es simple: porque no ha llegado un comprador.

Una mujer que no se ha casado no necesariamente significa que sea "exigente". Pueden haber muchas razones por las que no haya contraído matrimonio. Tal vez esté dedicando su vida a realizarse profesionalmente, a estudiar, a trabajar. O tal vez acaba de terminar una relación y está pasando un proceso de duelo. O tal vez, simple y sencillamente, no ha llegado el hombre adecuado, el que la enamore y la lleve al altar. O tal vez esté muy a gusto con su soltería y no ve prisa en casarse. Y ninguna de estas respuestas debería espantar a los hombres. Ni tampoco deberia importarles.

Creo yo que el hombre que pregunta por qué no te has casado, es un hombre inseguro, que no quiere compromisos serios, que no quiere apostar el todo por el todo. Y especialmente, pienso yo, es un hombre que tiene muy mala educación y que no sabe cómo tratar a una mujer. 

martes, 22 de septiembre de 2015

Premio Nuevo León de Literatura 2015

Estoy muy feliz porque acabo de enterarme que mi novela "Ojos sabor a menta" acaba de ser galardonada con la Mención Honorífica en el Premio Nuevo León de Literatura 2015 organizado por CONARTE. En palabras del jurado "Es una novela que recupera la adolescencia y el contraste de diversas discapacidades con inteligencia y sensibilidad. Maneja un lenguaje fluido y logra momentos entrañables". Wow, me siento muy emocionada.


lunes, 21 de septiembre de 2015

La última costura

Ella sabía que su corazón no iba a aguantar otra herida más. A lo largo de veinte años había sufrido muchas, pequeñas y grandes heridas, provocadas por diferentes personas, con diferentes hombres pero con el mismo modus operandi: la indiferencia.

A lo largo de veinte años ella se había sanado a sí misma y había remendado su corazón muchas veces, siempre con la misma esperanza que ya se había convertido en una letanía.

"Ya llegará, ya llegará, ya llegará".

Después de cada decepción, siempre se consolaba a sí misma que ese no era le indicado, que el bueno ya iba a llegar. Pero lo cierto era que cada persona nueva que llegaba a su vida solo le provocaba dolor. Y el bueno nunca llegaba. Por más que ella lo decretara, lo visualizara, lo soñara y lo esperara.

Y ella sabía que su corazón no aguantaría otra herida más. Ya no había espacio para las costuras. Hasta que un día apareció otro espejismo. Un tipo nefasto, mediocre, insignificante. Y aun así, ese tipo le rompió el corazón.

Ya no lo pudo remendar esta vez.

Y se convencio a sí misma que ella era demasiado complicada. Que jamás llegaría nadie a su vida. Que se quedaría sola.

Para siempre.


miércoles, 9 de septiembre de 2015

De politica y palancas

De repente me entra la nostalgia o curiosidad por saber qué pasó con los compañeros de mi primer trabajo, en Gobierno. Me meto a la red e investigo noticias y portales. Me he dado cuenta de varias cosas.

Los que menos imaginabas que iban a progresar, ahorita tienen puestazos. Algunos porque realmente lo merecian, otros porque lo consiguieron por palancas.

Otros que parecian ser jóvenes promesas se quedaron en el camino. Siguen en el mismo puesto, con el mismo sueldo. Ya no brillaron ni avanzaron.

Otra que tenía todo a su favor para ser de las meras meras (palancas, conocimientos y experiencia) renunció... al menos su familia sí está acomodada pero no tanto como otros.

A veces me dan ganas de buscarlos, pero de inmediato desisto de la idea. Sería tener que responder preguntas de qué fue de mí, que fue de ellos, y que flojera. Mejor dejo las cosas como están.

Repetir la historia

La chica del aseo siempre nos cuenta historias. Cosas que pasan en su familia y en su barrio. Esta vez nos contó la historia de un chavo.
Este muchacho tuvo un papá golpeador y borracho. Siempre estaba golpeando a la mamá por cualquier excusa. Un día la mamá no lo soportó y lo dejó y se llevó a su hijo. Cuando el hijo creció y se volvió adolescente, se arrejuntó con una niña de 14 años. La embarazó, tuvieron un hijo. Y ¿qué hace ahora este muchacho? Pues repetir el mismo patrón de su padre. Se emborracha y golpea brutalmente a la madre de su hijo. Día a día, por cualquier excusa. Que porque la sopa estaba fría, que porque la tortilla está muy caliente, que porque es una floja que no hace nada... La chica aguanta, sumisa. No habla, no sale. Lo tiene prohibido. Si alguien se dirige a ella, ella no mira a los ojos. Desvia la mirada y mantiene la cabeza agachada. Justifica sus moretones diciendo que se cayó. Si alguien le dice que deje al muchacho, ella se niega y dice: "¿y qué voy a hacer? No tengo trabajo y no puedo mantener a mi hijo." Y el niño a sus dos años se muerde las uñas de nervios. Imagínense, un bebé mordiéndose las uñas. Nadie sabe lo que habrá presenciado este niño a su corta edad.
Y lo más curioso, si eso puede decirse, es que este muchacho repite la misma historia de su papá. En vez de decirse a sí mismo "voy a ser diferente a mi papá, voy a tratar a mi mujer diferente de lo que mi papá trató a mi mamá", no, hace exactamente lo mismo.
Los seres humanos tenemos muchas oportunidades para hacer las cosas diferentes. Pero en los barrios bajos la gente sigue con la misma línea. Repite la historia generación tras generación.