sábado, 17 de abril de 2010

También se aprende de los niños


Casi no tengo contacto con niños porque no tengo hijos ni sobrinos. Así que el día que veo un niño, no lo trato como niño, sino como persona grande. Así por ejemplo, a los bebés yo no les hago caras, ni balbuceo palabras, simplemente me gusta tocarles su cabecita o poner mi dedo en su manita, porque instantaneamente cierran la manita y me da cosita o ternura ver sus deditos sujetando mi dedo.

Tratándose de niños más grandes, pues depende. Hay niños muy desmadrosos que no te ponen atención, demasiado hiperactivos o fantasiosos y esos me fastidian. Pero de repente te encuentras a niños que hablan con tanta soltura, seguridad e inteligencia que hasta terminas pensando: "parece gente grande."

El otro día fui a mi clase de danza árabe, y ya iba al salón de espejos con mi pareo de moneditas, cuando me paré en la recepción y me vio la hija del dueño del gym. La niña, de unos 8 o 9 años, al ver mi pareo exclamó: "¡Qué bonito! ¿Dónde lo compraste?"
"Se lo compré a la maestra, ella los vende."
"¿En serio? ¿Tiene en color celeste?"
"Sí, trae de varios colores."
"Voy a pedirle uno."

Así, la niña bien decidida fue al salón, yo iba detrás de ella. Entramos y la niña me empezó a hacer muchas preguntas sobre la clase, que si era fácil o difícil, y me platicó que ella de repente entra a las clases, sobre todo a las de zumba, porque le gusta mucho bailar.

Luego me preguntó sobre los pareos, y ella se puso a platicar de que ya había ido a algunas tiendas pero que no le gustaban porque no se veían bien hechos. Cuando me preguntó el precio, le dije que me costó 300 pesos.

La niña exclamó con naturalidad: "¡Qué barato!"

Jaja, yo por el contrario lo consideraba caro... y pensé "a los niños todo se les hace barato."

Pero luego me puse a pensar...

Según la ley de la atracción, el pensar con limitantes acerca del dinero, hace que durante nuestra vida nos escasee. Cuando gastamos en algo si pensamos que es caro, siempre nos faltará dinero para comprar cosas. En cambio, si nos parece barato, es como si tuvieramos la certeza de que vivimos en abundancia, y por consiguiente, nada nos falta y hasta nos sobra dinero.

Así son los niños. Simples, no les importa de dónde viene el dinero. Ellos creen que es fácil de conseguir. Pero son los papás los que les meten las ideas negativas con comentarios como: "¿Crees que el dinero crece en los árboles?" "Esto está carísimo, no puedo comprártelo", o lo condicionan "Si te portas bien, te doy dinero o te compro esto" "Si sacas diez, te compro ese juguete" con lo cual el niño crece pensando que el dinero es algo valioso, pero escaso, y que para obtenerlo tiene que trabajar durísimo, (he ahí porque en México tenemos la cultura de que nos negrean en el jale, no nos sentimos merecedores de recibir un buen sueldo a menos que trabajemos diez o doce horas diarias).

Jesús siempre decía "Sean como los niños para entrar al reino de los cielos." En efecto, Jesús lo que nos quería decir, es que los niños ven las cosas desde una lógica simple, sencilla, sin complicaciones, con inocencia podría decirse, y esa es la actitud que se necesita para obtener grandes cosas.

En este caso, a la niña se le hacía barato un pareo de 300 pesos (para los que viven fuera, aproximadamente 25 dlls), quizá porque su papá tenía el dinero suficiente para comprarle uno, quizá porque ella no conoce el significado de escasez, o quizá porque ella tiene la seguridad de que puede conseguirlo sin dificultad.

Ah, por cierto, la niña se quedó en la clase. A pesar de que le tienen prohibido que ande jugando en las instalaciones del gimnasio, la niña le pidió prestado a la maestra un pareo y tomó la clase, como si fuera una chica adulta. ¡Y aguantó toda la rutina! Me sorprendió el empeño que ponía. Prestaba atención a cada movimiento y lo hacía con la misma precisión que nosotras. Muy disciplinada la chiquilla (claro, practicamente se ha criado en el gimnasio).

Para los niños no hay limitantes. Somos los adultos los que se los ponemos. Yo lo que sé es que a mis hijos no les voy a limitar sus deseos. Cada vez que ellos deseen algo, lo que les planeo decir es: "sólo ten fe de que lo vas a obtener, visualizalo, imagina que ya lo tienes en tus manos." Y cuando vea que están aplicando esa máxima de metafísica, les compraré lo que desean, para que vean que sí funciona. Asi pienso crearles el hábito de que piensen en grande, sin limitantes, e inculcarles la fe.