Hace algunos días, se publicó la noticia del asesinato de una niña llamada Fátima. Salió de la escuela, y su mamá no estaba. La señora llegó 20 minutos tarde por ella. Para cuando la señora llegó, no la encontró. La escuela estaba cerrada y la niña desaparecida. Lamentablemente la hallaron después, en una bolsa, desnuda, con huellas de tortura y muerta.
Mientras que en otros países de primer mundo, como Japón, los niños desde los 5 años van solitos a la escuela, caminando, tomando el metro y ningún adulto los molesta (al contrario, los ayudan a llegar sanos y salvos a su destino) en México esto es imposible. Dejar a un niño solo es un riesgo.
Muchos le echan la culpa a la mamá, por llegar tarde. Como siempre, revictimizan a las víctimas en lugar de castigar a los culpables.
Pero lo que quiero compartir es cómo eran las cosas en mi colegio, cuando era niña.
Mi colegio era de monjas, en ese entonces solamente estudiaban niñas ahí.
A la hora de la salida, las maestras salían con su grupo a la banqueta. No dejaban que las niñas se fueran por su propio pie. El papá o la mamá tenían que venir por ella. Cuando quedaban pocas niñas, las maestras las devolvían al interior del colegio. Se quedaban en una sala de espera y cerraban las puertas del colegio. Una sor se quedaba cuidándolas.
Si el papá o la mamá llegaban tarde, la sor abría la reja y entregaba a la niña.
También las sores tenían prohibido que los vendedores ambulantes rondaran por el colegio. Los corrían y a nosotros nos tenían prohibido comprarles.
Sí, eran muchas medidas y prohibiciones. Pero funcionaba. Ninguna niña se perdía o era secuestrada. Es más, tenía una amiga, cuya mamá era super olvidadiza. La señora la venía recogiendo una hora después de la salida. Y mi amiga nunca se quedaba sola en la calle esperándola. Las sores la metían adentro del colegio, cerraban las puertas con candado y sólo la dejaban salir hasta que la mamá venía por ella.
Pero esto sólo ocurría en mi colegio. Ni en otros colegios ni mucho menos en las escuelas de gobierno tienen esta costumbre. Dejan a los niños afuera, en la banqueta, y los maestros se van a sus casas.
Ellos dicen que es responsabilidad de los papás venir a tiempo por ellos. Pero muchas cosas pueden ocurrir. A veces los jefes los tienen trabajando tarde y no tienen tiempo de salir a recoger a los niños. O pueden sufrir un choque, un accidente en el camino. O el tráfico puede estar muy pesado. No sé, puede haber mil situaciones por las cuales a veces no se llegue a tiempo. Y aquí el único que sufre es el niño, pues queda expuesto a peligros, como fue el caso de Fátima.
Fátima se quedó sola, en la calle, sin que nadie la cuidara. Eso la hizo presa fácil de una secuestradora. (Dicen que se trataba de una vendedora ambulante que vendía papitas afuera de la escuela) y se la llevó por ahí y se la entregó a otra gente que terminó violándola y matándola.
Las escuelas deberían tener un protocolo en esos casos. No dejar a los niños solos en la calle, sino resguardarlos el tiempo que sea necesario. Porque aquí el único perjudicado no son los maestros, ni los papás, son los niños.