domingo, 13 de junio de 2010

Reseña: el camino del Guerrero



Y continuando con el post anterior, el padre nos recomendó dos películas: una de éstas era el Camino del Guerrero. (Peaceful Warrior).

Al salir de la iglesia, llegué de pasada al videoclub, para ver alguna película. En realidad yo buscaba "The Road" pero ésta todavía no llegaba a la renta, y de pronto me acordé de la recomendación de mi amigo el sacerdote, y dio la casualidad que si la tenían disponible.

La película está basada en hechos reales y la sinopsis es la siguiente: un chavo es el mejor gimnasta de la universidad y su única ambición en la vida es ganarse una medalla de oro en los juegos olímpicos. Como todo chavo de su edad, vive la vida al extremo: viejas, cerveza, motos, desveladas... Hasta que un día, de esas noches de insomnio en que no tenía nada mejor que hacer, va a una gasolinera y conoce a un viejito. El viejito es muy misterioso, ya que desaparece no sin antes soltar alguna frase trascendental, pero lo que más le impacta al muchacho es que éste en fracciones de segundo salta del suelo al techo de la gasolinera. Intrigado, el chavo comienza a frecuentarlo, y este señor le empieza a enseñar y a reflexionar sobre su vida. Después, el chavo sufre un aparatoso accidente y es ahí donde empieza su verdadero entrenamiento: el entrenamiento para ser feliz.

Muuuuuy buena película en serio. Es de esas películas que necesitas ver no sólo una, sino varias veces, ya que está llena de mensajes que te hacen reflexionar, sobre el sentido de tu vida, para qué viniste al mundo; cómo controlar tus emociones y no dejar que éstas te controlen; sobre vivir únicamente el presente, sin pensar en el pasado o el futuro; ser receptivo y abierto a todo lo que ocurre a tu alrededor.

Varias frases de hecho me las dijo mi amigo el padre... (no se si él las tomó de ahí), pero me dejaron pensando...

En una escena el viejito le preguntaba al muchacho que para qué entrenaba en gimnasia. El chavo le respondió que para ganar el oro. Pero el viejito le pregunta ¿Y si no ganas el oro? El chavo responde lleno de ansiedad: "Es que tengo que ganar el oro. Sólo seré feliz hasta que lo gane."

Y entonces el viejito le hace ver que el oro no es la meta, que la meta es ser feliz, disfrutar con el viaje.

Eso me recordó mi discusión con mi amigo el padre:
"¿y si no te casas, entonces no vas a ser feliz?"
"¡No! ¡Es que yo sólo seré feliz hasta que tenga una pareja a mi lado!"
"Tienes que entender que el matrimonio no es una meta, es un camino, al igual que la soltería también es un camino."
"¿Y cuál es la meta?" pregunté en aquella ocasión.
"Tu meta es ser feliz, por ti misma."

Y me recalcó:
"Y para ser feliz, tienes que descubrir cuál es tu misión en la vida, un PARA QUÉ".

:O

Bueno, creo que la película me hizo recordar todo eso... ya más o menos tengo perfilado mi "para qué". Quizá dentro de algún tiempo lo comparta con ustedes.

Por lo pronto, les recomiendo la película.

El perdón



Los domingos son generalmente los días en que me entra la ansiedad, quizá porque son los días en que descanso, y me obligo a estar conmigo misma y con mis pensamientos. Y como traigo mucho "ruido" en mi cabeza, generalmente termino sintiéndome triste por ya-saben-qué.

Así que he optado por ir a las pláticas que da mi amigo el padre, precisamente un domingo de cada mes. Primero lo hacía porque él me cae bien y me gusta la manera en que habla y te enseña, y debo admitir que también lo hacía con tal de distraerme. Pero he notado que cada vez que salgo de esas pláticas salgo con un entusiasmo renovado. Siento que aprendo mucho y que en vez de pasar las horas rumiando resentimientos y frustraciones, lo aprovecho en algo útil y productivo.

Hoy habló del proceso de Perdón. Para perdonar, se pasan por las mismas cinco etapas del duelo (negación, ira, regateo o negociación, depresión y aceptación). Nos pidió que escribiéramos en un papel el nombre de las personas que nos habían causado una herida a lo largo de nuestra vida.

En realidad, yo siento que mi proceso de perdón ya iba muy avanzado, ya que aunque sí hay personas que me han herido en el pasado, ya no me afecta recordarlas... bueno, quizá me causa un poco de incomodidad, pero puedo hablar sobre éstas sin romper en llanto o ira (cosa que el año pasado no hubiera podido hacerlo, es más, me negaba a hablar del asunto).

Siento que de alguna manera muchas de las cosas que vi en la plática son las mismas que he ido aprendiendo en estos meses. He estado dejando ir y perdonando a todos los que me han ofendido o causado heridas. Ha sido un proceso muy largo, muy duro, pero muy liberador. Todavía me faltan muchas cosas que arreglar en mi vida, principalmente conmigo misma, pero he disfrutado mucho de este viaje. Dios ha mandado a las personas adecuadas en el momento adecuado, que me han enseñado bastante.

¿Que qué hice con el papelito que tenía escritos los nombres de esas personas? Pues lo metí en un sobre, lo sellé y lo tiré a la basura. Que se queden fuera de mí, lejos. Creo que es lo más sano que uno puede hacer.