sábado, 18 de mayo de 2013

PRESENTACION LITERARIA

Hoy es mi presentación literaria.

De la novela "El vendedor de Abrazos"

Hora: 6:00 pm

Lugar: Fondo de Cultura Económica 
Ave. San Pedro 222 Nte. Col. Miravalle, Monterrey, N.L. 

ENTRADA LIBRE   

Princesos

A veces no entiendo esa manía que tienen las mujeres de feminizar a los hombres, que ahora les ha dado por llamarlos "princesos", un término que suena bastanta mamila.

Quizá esa fijación provenga de que esas mujeres en su infancia tenían el Ken de la Barbie al que podían tratar, obviamente, como su muñeco, poniéndole ropita y zapatos, no sé. Pero la cosa es que el término se está popularizando mucho. Ni siquiera yo entendía qué era princeso, (¿qué lo correcto no es príncipe?). Pero no, no es príncipe, porque el príncipe es un macho varonil, caballero de dorada armadura en un corcel blanco que viene a rescatar a la princesa con valor y arrojo.

El "princeso" en cambio, es un término que se usa para denominar al hombre que no tiene reparo en llorar y expresar sus sentimientos.



Estoy de acuerdo que vivimos en culturas machistas, y que los hombres reprimen sus sentimientos, pero me molesta cómo banalizan con ese término cursi y rosado de "princesos" a los que sí son abiertos en expresar sus emociones.

A diferencia de las mujeres, que lloramos por todo, y más cuando estamos menstruando, cuando un hombre llora es porque realmente está pasando un sufrimiento muy fuerte. El llanto masculino es tan intenso, tan desgarrador, precisamente porque no es frecuente, y porque cuando sucede él está experimentando un dolor y una pérdida. No lloran por cualquier tontería.

Me ha tocado ver hombres llorando cuando se enteran de la muerte de sus padres. Se desmoronan por completo. Me ha tocado ver lágrimas de coraje y tristeza cuando se enteran que su novia les fue infiel. También me ha tocado ver en las noticias padres que lloran cuando les secuestran a sus hijas y no saben su paradero. Esos son los verdaderos hombres, que en su virilidad y fortaleza también tienen momentos de sufrimiento y dolor y necesitan desahogarse. De veras, esas lágrimas de hombre son lágrimas valiosas, y se me haría muy injusto burlarme de esas lágrimas o trivializarlas con un término tan absurdo y afeminado como "princesos".