Algo que muy rara vez hago: disfrutar el presente. Siempre estoy o recordando el pasado o preocupándome por el futuro.
De hecho ese consejo me lo dio mi amigo el padre, y no había valorado su significado hasta que el domingo pasado me enteré que él ya no estaba en la parroquia. Lo habían cambiado a otra iglesia que queda muy retirada de mi casa.
Y entonces me quedé un poco... conmocionada... porque quizá daba por hecho de que él siempre iba a estar en la misma iglesia, cerca de mi, y que podía visitarlo en cualquier momento... y no, resulta que todo cambia, y él fue transferido.
Ahora entiendo que hay muchas cosas que tengo y que doy por sentadas, como si fueran algo normal, y que de un día para otro pueden cambiar, y sólo hasta que dejan de ocurrir es cuando empiezo a apreciarlas y valorarlas.
Quizá la primera que debo enumerar es la familia, mis padres y hermanos. La otra cosa son los amigos... mi amiga del trabajo que me invita a comer o me invita a fiestas,