A la oficina llegó un gigantesco jarrón de rosas rojas y blancas, con un globo enorme que decía: "te amo bebé", y una tarjeta.
La chava a la que iban dirigidas miró con desprecio las rosas, deseando tirarlas, regalarlas, quemarlas, o cualquier otra cosa que verlas ahí. Tomó el globo, lo pinchó, lo desinfló y o arrojó a la basura. Pero el jarrón de cien rosas lo dejó ahí, como un objeto incómodo, del cual tendría que deshacerse.
La gente pasaba, y la pregunta de ley era: "¿y esas rosas? ¿quién te las mandó? Ah, seguramente tu novio."
Y la chava sólo respondía con una sonrisa desdeñosa .
Pero la gente decía:
"Debe amarte mucho, para darte esas rosas."
Hubo incluso una señora, que con tal de sacar información sobre el motivo por el cual la chica había recibido tan ostentos arreglo, le preguntó si cumplían años de novios. La chava respondió: "No, ya terminamos"
Y la señora preguntó por qué, y la muchacha respondió que porque era lo mejor para ambos.
Entonces la señora le dijo: No, no seas así. Mira que él se ve que es bien bueno. Para mandarte esas flores, te ha de querer mucho. Dale una oportunidad, además, todos los hombres son iguales, todos tienen sus cosas malas, pero hay que aguantarse, y sobrellevarlos.
La chava se molestó aún más con el comentario.
Ahora estimados lectores, va una pregunta:
¿Quién es la persona mala e ingrata en esta historia: la chava que desprecia las flores o el ex-novio que pagó más de dos mil pesos por esas flores para dárselas a ella?
Dejen sus opiniones, y luego les contaré el resto de esta historia.