pues no les había platicado, pero a partir de este año ya soy maestra universitaria. Doy clases de licenciatura. Era algo que desde hace más de diez años había querido hacer, pero no se me había dado oportunidad hasta ahora y creo que ahora es buen momento, ya que tengo más experiencia laboral y más conocimientos que hace diez años.
Así que he desempolvado mis libros de la carrera y preparado las clases, revisando tareas, revisando exámenes. Es más trabajoso de lo que imaginaba. Ahora sé lo que pasaron mis propios maestros.
Sin embargo, ahora es muy diferente a como cuando yo estudiaba. A riesgo de sonar viejita quejosa con la frase "en mis tiempos las cosas eran diferentes..." es que sí, en mis tiempos no había tecnología, bueno, no tanta como ahora. El internet estaba en pañales así que no podías encontrar gran cosa ahí. Si querías investigar, tenías que ir a la biblioteca y consultar no uno, sino varios libros.
Ahora todo es muy diferente, al alcance de un clic tienen todo. Pero aún así, siento que la tecnología lejos de beneficiar a los chavos los perjudica, ya verán por qué.
1. Tienen vicio por el celular. En serio, un vicio, así tal cual. Aunque les pida que guarden el teléfono, se ponen ansiosos, nerviosos, intranquilos, como con síndrome de abstinencia, y apenas volteo a escribir algo en el pizarrón y para cuando volteo, ya están otra vez con el celular en la mano, mandando mensajes por Whatsapp. Si los he regañado cien veces es poco, y de nada sirve. No pueden estar ni un minuto sin el celular.
2. Copy-paste mal hecho. Varias tareas se entregan en línea, pero eso provoca que busquen todo en "San Google" sin revisar ni siquiera la fuente, y le den copy-paste sin razonar siquiera lo que pusieron. Es por eso que he optado por encargarles algunas tareas a mano.
3. Distracción. No sé que pasa con esta generación, pero en mis tiempos respetábamos al maestro y hasta le teníamos miedo. Hoy en cambio, se la pueden pasar en la chorcha, plática y plática y plática y no ponen atención mientras doy clase, o de plano dicen "voy al baño" y no regresan al salón. Ah, pero eso sí, luego están todos reprobados en el examen.
Así que cada vez me estoy volviendo más exigente, y creo que me falta serlo más. Tener más mano dura.
Ahí después les platicaré cómo me va.
Así que he desempolvado mis libros de la carrera y preparado las clases, revisando tareas, revisando exámenes. Es más trabajoso de lo que imaginaba. Ahora sé lo que pasaron mis propios maestros.
Sin embargo, ahora es muy diferente a como cuando yo estudiaba. A riesgo de sonar viejita quejosa con la frase "en mis tiempos las cosas eran diferentes..." es que sí, en mis tiempos no había tecnología, bueno, no tanta como ahora. El internet estaba en pañales así que no podías encontrar gran cosa ahí. Si querías investigar, tenías que ir a la biblioteca y consultar no uno, sino varios libros.
Ahora todo es muy diferente, al alcance de un clic tienen todo. Pero aún así, siento que la tecnología lejos de beneficiar a los chavos los perjudica, ya verán por qué.
1. Tienen vicio por el celular. En serio, un vicio, así tal cual. Aunque les pida que guarden el teléfono, se ponen ansiosos, nerviosos, intranquilos, como con síndrome de abstinencia, y apenas volteo a escribir algo en el pizarrón y para cuando volteo, ya están otra vez con el celular en la mano, mandando mensajes por Whatsapp. Si los he regañado cien veces es poco, y de nada sirve. No pueden estar ni un minuto sin el celular.
2. Copy-paste mal hecho. Varias tareas se entregan en línea, pero eso provoca que busquen todo en "San Google" sin revisar ni siquiera la fuente, y le den copy-paste sin razonar siquiera lo que pusieron. Es por eso que he optado por encargarles algunas tareas a mano.
3. Distracción. No sé que pasa con esta generación, pero en mis tiempos respetábamos al maestro y hasta le teníamos miedo. Hoy en cambio, se la pueden pasar en la chorcha, plática y plática y plática y no ponen atención mientras doy clase, o de plano dicen "voy al baño" y no regresan al salón. Ah, pero eso sí, luego están todos reprobados en el examen.
Así que cada vez me estoy volviendo más exigente, y creo que me falta serlo más. Tener más mano dura.
Ahí después les platicaré cómo me va.