Los altos precios del limón y la escasez del mismo es una prueba de que México todavía no ha logrado ser autosustentable. El campo siempre ha sido un asunto al que todos los políticos le sacan la vuelta. Los campesinos no han recibido los apoyos suficientes para sacar adelante su producción. Estos apoyos no deberían consistir en solamente entregarles semillas, sino en invertir en tecnología agropecuaria, canales adecuados de riego, fertilización, enseñarle a los propios agricultores sobre técnicas de siembra modernas.
Pero la realidad es que no sucede así. El campo mexicano siempre es un tema al que nadie le mete mano. El presidente en turno si acaso lo menciona en su informe presidencial, un par de líneas y ya, pero no más. Están enfocados en otros recursos no renovables como el petróleo.
Lo irónico de este asunto es que México es un país bastante privilegiado en tierras de cultivo. Su ubicación geográfica permite cultivar una gran variedad de vegetales, granos y frutas. México cuenta con una gran variedad de frutas que otros países del norte nos envidian. Aquí gozamos de plátanos, fresas, naranjas, aguacates, por mencionar solo algunos. También somos capaces de producir trigo, frijol, maíz y otras legumbres. Y además contamos con una amplia gama de hierbas comestibles, los quelites, ricos en nutrientes. Siendo así, ¿Por qué no somos autosuficientes?
Hagamos de lado la excusa de siempre (el gobierno). Ya sé que esa fue la primera respuesta que se les ocurrió, y sí, en parte tienen razón. Pero por esta vez vamos a analizar otras razones.
La que se me viene a la mente es nuestra total dependencia al petróleo. Basamos nuestra economía en este recurso no renovable. Otro motivo más es que nuestra dieta ha cambiado, al asumir el modelo de consumo estadounidense, el mexicano dejó de alimentarse con vegetales, legumbres y quelites para comer carne y pollo a grandes cantidades. Este cambio de dieta repercute en muchos aspectos, ya que la ganadería consume demasiados recursos, desde la extinción de áreas de cultivo para convertirlas en áreas de pastoreo, hasta la transportación de la carne en la cual se gasta combustible. Sin mencionar otros males ya que el exceso de carne y grasas repercute en la salud y provoca ácido úrico, colesterol, obesidad, etcétera.
Como un dato adicional, la genética del mexicano no está hecha para consumir tanta carne. Nuestros antepasados de la época prehispánica no tenían animales de granja, así que toda su dieta estaba basada en frutos y granos. Los animales de granja fueron traídos por los españoles durante la conquista, y los mexicanos, al no estar acostumbrados a este tipo de alimentación, son por ello más propensos a la obesidad a diferencia de los pueblos europeos quienes basan su dieta en alimentos de origen animal.
Volviendo al tema del campo mexicano, nunca se ha cumplido el ideal de la revolución mexicana, de que cada mexicano contara con su propia parcela para sembrarla. Pero aún así, los mexicanos no somos capaces de aprovechar los pequeños espacios de terreno con los que contamos. Un ejemplo palpable lo veo en Monterrey, cada diciembre. Por ser una región citrícola, muchas familias acostumbran sembrar naranjos y mandarinos, pero parece que los siembran más como ornato, ya que es muy común en época invernal ver cómo en las casas el árbol sobresale y las ramas están cargadas de naranjas y mandarinas que nadie corta. Se quedan ahí hasta que se pudren y se caen. Es verdaderamente una lástima que teniendo el árbol en el jardín de su casa no consuman sus frutos. Tan fácil que sería cortar un par de naranjas y preparanos un jugo fresco sin colorantes ni endulzantes artificiales. Pero no, no lo hacemos, al menos los regios no lo hacen. Y también he visto árboles de aguacate, guayabos, nogales y es lo mismo. Los propietarios dejan los frutos en el árbol hasta que se pudren. Estoy segura que los que sembraron un limonero hasta ahora valorarán sus frutos.
¿México está condenado a no ser autosustentable por ser un país tercermundista? No.
Hay un país tercermundista que sí es autosustentable en cuestión alimentaria. Se trata de Cuba. El programa Future of Food del canal Wobi mostró cómo es que Cuba, a pesar de ser una nación que está en una isla, sin petróleo y sin relaciones con otros países debido a su adopción del régimen comunista, ha salido adelante por sus propios medios. Resulta que en la ciudad de la Habana, los terrenos baldíos son utilizados como parcelas comunales, en donde las personas van y siembran toda clase de vegetales y granos. Al estar ubicadas dentro de la ciudad, los costos de transportación se reducen al mínimo, propiciando el bajo precio de los productos. Además, al no consumir proteína animal, los cubanos se alimentan con una dieta más vegetariana. Consumen la misma cantidad de calorías que los estadounidenses, sin embargo a diferencia de los estadounidenses que consumen productos de origen animal, los cubanos llevan una dieta más vegetariana y por ende, son más delgados. Asimismo, al no haber petróleo, los fertilizantes son orgánicos. El ejemplo de Cuba es cómo cuando ya no quedan más opciones, el único camino es salir adelante a como de lugar, con sus propias manos y recursos. Ojalá un día México se ponga las pilas... ya mínimo que cosechen los frutos que les dan los mismos árboles que plantaron en su jardín.
Pero la realidad es que no sucede así. El campo mexicano siempre es un tema al que nadie le mete mano. El presidente en turno si acaso lo menciona en su informe presidencial, un par de líneas y ya, pero no más. Están enfocados en otros recursos no renovables como el petróleo.
Lo irónico de este asunto es que México es un país bastante privilegiado en tierras de cultivo. Su ubicación geográfica permite cultivar una gran variedad de vegetales, granos y frutas. México cuenta con una gran variedad de frutas que otros países del norte nos envidian. Aquí gozamos de plátanos, fresas, naranjas, aguacates, por mencionar solo algunos. También somos capaces de producir trigo, frijol, maíz y otras legumbres. Y además contamos con una amplia gama de hierbas comestibles, los quelites, ricos en nutrientes. Siendo así, ¿Por qué no somos autosuficientes?
Hagamos de lado la excusa de siempre (el gobierno). Ya sé que esa fue la primera respuesta que se les ocurrió, y sí, en parte tienen razón. Pero por esta vez vamos a analizar otras razones.
La que se me viene a la mente es nuestra total dependencia al petróleo. Basamos nuestra economía en este recurso no renovable. Otro motivo más es que nuestra dieta ha cambiado, al asumir el modelo de consumo estadounidense, el mexicano dejó de alimentarse con vegetales, legumbres y quelites para comer carne y pollo a grandes cantidades. Este cambio de dieta repercute en muchos aspectos, ya que la ganadería consume demasiados recursos, desde la extinción de áreas de cultivo para convertirlas en áreas de pastoreo, hasta la transportación de la carne en la cual se gasta combustible. Sin mencionar otros males ya que el exceso de carne y grasas repercute en la salud y provoca ácido úrico, colesterol, obesidad, etcétera.
Como un dato adicional, la genética del mexicano no está hecha para consumir tanta carne. Nuestros antepasados de la época prehispánica no tenían animales de granja, así que toda su dieta estaba basada en frutos y granos. Los animales de granja fueron traídos por los españoles durante la conquista, y los mexicanos, al no estar acostumbrados a este tipo de alimentación, son por ello más propensos a la obesidad a diferencia de los pueblos europeos quienes basan su dieta en alimentos de origen animal.
Volviendo al tema del campo mexicano, nunca se ha cumplido el ideal de la revolución mexicana, de que cada mexicano contara con su propia parcela para sembrarla. Pero aún así, los mexicanos no somos capaces de aprovechar los pequeños espacios de terreno con los que contamos. Un ejemplo palpable lo veo en Monterrey, cada diciembre. Por ser una región citrícola, muchas familias acostumbran sembrar naranjos y mandarinos, pero parece que los siembran más como ornato, ya que es muy común en época invernal ver cómo en las casas el árbol sobresale y las ramas están cargadas de naranjas y mandarinas que nadie corta. Se quedan ahí hasta que se pudren y se caen. Es verdaderamente una lástima que teniendo el árbol en el jardín de su casa no consuman sus frutos. Tan fácil que sería cortar un par de naranjas y preparanos un jugo fresco sin colorantes ni endulzantes artificiales. Pero no, no lo hacemos, al menos los regios no lo hacen. Y también he visto árboles de aguacate, guayabos, nogales y es lo mismo. Los propietarios dejan los frutos en el árbol hasta que se pudren. Estoy segura que los que sembraron un limonero hasta ahora valorarán sus frutos.
¿México está condenado a no ser autosustentable por ser un país tercermundista? No.
Hay un país tercermundista que sí es autosustentable en cuestión alimentaria. Se trata de Cuba. El programa Future of Food del canal Wobi mostró cómo es que Cuba, a pesar de ser una nación que está en una isla, sin petróleo y sin relaciones con otros países debido a su adopción del régimen comunista, ha salido adelante por sus propios medios. Resulta que en la ciudad de la Habana, los terrenos baldíos son utilizados como parcelas comunales, en donde las personas van y siembran toda clase de vegetales y granos. Al estar ubicadas dentro de la ciudad, los costos de transportación se reducen al mínimo, propiciando el bajo precio de los productos. Además, al no consumir proteína animal, los cubanos se alimentan con una dieta más vegetariana. Consumen la misma cantidad de calorías que los estadounidenses, sin embargo a diferencia de los estadounidenses que consumen productos de origen animal, los cubanos llevan una dieta más vegetariana y por ende, son más delgados. Asimismo, al no haber petróleo, los fertilizantes son orgánicos. El ejemplo de Cuba es cómo cuando ya no quedan más opciones, el único camino es salir adelante a como de lugar, con sus propias manos y recursos. Ojalá un día México se ponga las pilas... ya mínimo que cosechen los frutos que les dan los mismos árboles que plantaron en su jardín.