domingo, 25 de noviembre de 2012

La ciencia en México

En la secundaria teníamos un laboratorio muy bonito, impecable, limpísimo. Pero nunca hicimos ningún experimento, sólo íbamos a tomar la clase ahí, porque el programa indicaba que teníamos "laboratorio".

En la prepa el laboratorio era más feo, oscuro, viejo. Pero teníamos que ir dos veces por semana. Tampoco nunca hicimos ni un solo experimento ahí. Lo más cercano a un experimento fue cuando el maestro de química de primer semestre revolvió algunas sustancias en un matraz y sacó otra sustancia. Eso fue todo. De ahí en adelante, todas las clases de química eran teóricas, jamás prácticas.

Por eso admiro a los muchachos que a pesar de eso, deciden aventurarse a estudiar alguna carrera relacionada con la ciencia.

No es ninguna novedad que en México se dedica un mínimo porcentaje del PIB al desarrollo de la ciencia y la tecnología, a diferencia de otros países que le apuestan a eso. Ni siquiera las escuelas secundarias o preparatorias impulsan la práctica. Su sistema de enseñanza se basa más bien en obligar al alumno a memorizar las páginas de los libros y a responder un examen por escrito. Convierten las materias en algo tedioso que no tiene aplicación en la vida diaria, y por lo tanto, casi nadie se interesa por cursar una carrera en esos rubros. Mucho menos en desarrollar algún proyecto innovador, y no hablemos de las patentes, que parece ser que nadie le interesa patentar nada.

Lo interesante es que al salir al mundo real, te das cuenta que los trabajos mejor remunerados son precisamente los que tienen que ver con la ciencia y la tecnología. Llámese ingenieros, químicos, etc. Éstos tienen amplias posibilidades de encontrar trabajo no sólo en México, sino en el extranjero, con una gran facilidad, buenas prestaciones y sueldos.

En cambio la gran mayoría nos vamos por las carreras convencionales, saturando el sistema y obteniendo en consecuencia desempleo o salarios de miseria, casi por debajo de las secretarias o los obreros técnicos.

Hay en la televisión por sistema de paga, un viejo programa que solía transmitirse hace años en televisión abierta. Se llama "El mundo de Beakman". Se trata de un científico loco que hace de la ciencia algo divertidísimo, responde preguntas de los niños y explica con experimentos chistosos los complicados procesos químicos o físicos o de ingeniería. Este programa inspiró a mi hermana para estudiar su carrera. Aún recuerdo que cuando era niña no se perdía ningun episodio. Ahora es una profesionista muy exitosa.

¡Cómo es que algo tan simple como un animador explicando la ciencia de modo divertido puede cambiarle la vida a un niño, ayudándole a descubrir su vocación! Ojalá un día retomaran ese tipo de programas para los niños, en lugar de inyectarlos con telebasura de conductores albureando a muchachas con minifaldas y luchadores.