jueves, 24 de marzo de 2011

Las esculturas de Ron Mueck



Ayer llegué el museo Marco, y nomás entré, vi un chorretal de gente. Y yo pensando, achis, ¿pos qué pasó aquí? ¿Por qué tanta gente?

La razón es porque ahorita está en exhibición la obra del escultor Ron Mueck. Yo tuve la oportunidad de ir el sábado, la verdad está impresionante.

Se trata de esculturas de figuras humanas. Algunas son pequeñas, otras son tan grandes que abarcan una sala completa. Lo particular de estas obras es que pertenecen al hiperrealismo, o sea, son tan, pero tan reales que lo único que les falta es respirar.

Nomás entré y vi una cabezota de un hombre. Está tan detallada, que hasta cada uno de los vellitos de la barba parecen como si le hubieran crecido. Viéndola de cerca, observé las pestañas, los cabellos, los poros de la piel, hasta un par de espinillas.

Después vi la escultura de una ñora cargando unos palos. Está desnuda y enojada, como pensando: "Pinche marido, me mandó a cortar la leña y encuerada, va a ver el cabrón cuando regrese."

Está otra de una ancianita durmiendo. Otra de un negrito navajeado... ¿cuál más? Ah, una de una pareja acostada, semidesnudos. Tienen cara de que no han tenido trucu trucu desde hace años.

Me imaginé el diálogo.

"Andale vieja, hace mucho que no lo hacemos"
"No quiero. Me duele la cabeza."
"Andale, antes de que se pase el efecto del viagra."
"¡No estés fregando!"
"ash"

Las esculturas más gigantescas, la mujer acostada, con cara de preocupación, pensando.

"¿Por qué no me ha llamado? ¿Le habrá pasado algo?"

La del bebote gigante recién nacido. Hasta se le ve un ojo lloroso.

Ah, otra de un viejillo encuerado sentado en un bote, con cara de:
"¿Tú qué me ves, cabrón? ¿Mi pito chiquito? ¿Y tú muy grande o que?

Jajajaja, ay para ser una reseña de arte me vi muy corriente en mi lenguaje...

En fin. Ya hablando en serio, estas esculturas muestran varias facetas del ser humano, desde su nacimiento, pasando por la edad adulta hasta la vejez. No son esculturas de gente bella, al contrario, representan al ser humano común y corriente, con expresiones que intentan provocar empatía en quien lo observa. Lo sorprendente, es, como ya lo mencioné, la exactitud y realismo de cada detalle.

Es una exposición muy apantallante, quizá por eso logró gran poder de convocatoria. Vale la pena ir a verla, así que los que viven en Monterrey y área metropolitana, dénse la vuelta. Museo MARCO. Los miércoles es gratis.