sábado, 17 de noviembre de 2012

Cada quien elige su causa

El otro día me tocó leer a un bloguero que estaba molesto porque encontró un animal herido y ningún niño católico le ayudó a curarlo, pero en un post anterior el mismo bloguero minimizaba el asunto del bullying en las escuelas. En otros foros me he dado cuenta que algunos se molestan porque alguna persona invirtió mucho dinero en comprar prótesis para un perrito callejero cojo en lugar de invertir ese mismo dinero en niños desamparados. Fuera de la red, me ha tocado escuchar comentarios de señoras que se quejan de que algún sacerdote se vaya de misionero a Africa en lugar de evangelizar a los indios tarahumaras. Otra gente se queja de por qué médicos mexicanos abandonan sus plazas en Monterrey para ir a salvar gente herida en Irak. Si alguien se le ocurre hacer algún comentario acerca de las condiciones infrahumanas en que viven los presos en nuestras cárceles se expone a ser motivo de burla y humillación, pues la sociedad considera a los presos como basura, cerdos o inmundicia que merecen maltrato por haber cometido crímenes. Otras personas protestan por la tala de árboles o por las corridas de toros, y no falta quien diga que en lugar de eso deberían de defender a las víctimas de algún delito.

A lo que quiero llegar es que cada quien elige su causa qué defender, pero nadie está obligado a adoptar su postura. Si él tiene como prioridad defender a los toros de ser sacrificados y yo quiero alfabetizar niños, ambos estamos en lo correcto. Ni él tiene que abandonar su causa ecologista para seguirme, ni yo tengo que abandonar la mía para seguirlo. Todos tenemos un diferente enfoque y percepción de la realidad. El único objetivo que debemos tener en común es hacer de este un mundo mejor, más habitable, más humano, más amigable. Algunos pueden enfocarse en la ecología, en salvar árboles, reforestar, o rescatar perros callejeros. A otros nos puede interesar los niños desamparados. Otros más preferirían ayudar a las mujeres embarazadas que no tienen recursos para salir adelante. Algunos enfocarán todas sus energías en los discapacitados. Alguien querrá irse a alguna tribu perdida en Africa a ayudar a los enfermos y víctimas de desnutrición. Otros preferirán la sierra Chiapaneca. Hay tantas cosas qué hacer en este mundo, y lo peor que podríamos hacer es sentarnos cómodamente a criticar al que sí hace algo. Tampoco pido que a fuerza todos debemos inscribirnos en organizaciones altruistas, pero si no ayudas, por lo menos no critiques ni estorbes, y con eso ya estarías haciendo mucho pues lo que en verdad necesitamos es tolerancia y sensibilidad.

Para cerrar, cito una anécdota del Dalai Lama. Una vez un periodista le preguntó cuál era a su juicio, la mejor religión. El periodista pensó que el Dalai Lama respondería que la suya. En lugar de esto, el líder espiritual respondió: "La que te haga ser mejor ser humano, esa será la mejor religión". Igual aplica con las causas que defender. Aquella que te haga mejor ser humano, esa será tu causa.

¿Los adolescentes de hoy no saben diferenciar entre el bien y el mal?

A los 15 años yo no sabía muchas cosas del mundo, pero al menos dos las tenía muy claras: fumar era malo para la salud, y que no debía tomar alcohol porque era menor de edad.

 Claro que nunca faltaba el rebelde que iba en contra de las normas, y fumaba o tomaba para sentirse grande, pero la mayoría se esperaba a cumplir los 18 para tramitar la credencial de elector y festejarse yendo a Barrio Antiguo a tomarse la primera cerveza (y algunos la primera borrachera).

Hoy sin embargo, vi en las noticias que hubo un concierto de Caifanes en el parque Rufino Tamayo en San Pedro, un espacio que ni siquiera está habilitado para esa clase de espectáculos, pero el escándalo se debe a que se vendió alcohol a menores de edad, los cuales aprovecharon lo más que pudieron, y como no había suficientes baños, algunos terminaron miándose como perritos cerca de los arbolitos.

Ahora, independientemente del hecho de que si estuvo bien o mal vender bebidas embriagantes en ese evento, yo me pregunto por qué los adolescentes no tienen criterio para diferenciar entre lo que está bien o lo que está mal. Yo a los 15 años sabía que eso estaba mal, ¿ellos no lo saben? ¿Nadie se los dijo? Pobrecitos, son víctimas de la mercadotecnia, no tienen control de sus actos, si pasa el viejo del costal y les dice te vendo una chela, ellos se la comprarán... bu, bu... pobres víctimas de la corrupción de esos viejos malos que les venden cerveza... así como también son víctimas de las compañías cigarreras, y de los narcomenudistas. Pobrecitos adolescentes,  necesitan que haya una autoridad que les prohiba las cosas, necesitan que venga el alcalde, o el gobernador, o el presidente para prohibirles, porque ellos mismos no tienen criterio propio, no tienen fuerza de voluntad para decir "NO". Y aunque muchos de ellos  ya son "grandes" porque tienen ipads, tienen carro y tienen sexo, pobrecitos, ellos todavía no saben que fumar y beber a su edad es malo. Necesitan que alguien vele por ellos y los proteja y les prohiba las cosas. Necesitan que vengan los policías para desmantelarles la cantinita, en lugar de que esos policías estén en la calle atrapando ladrones y delincuentes. Y todo porque los adolescentes no saben decir "NO".