lunes, 17 de octubre de 2011

Crónica de un viaje a Italia

Después de salir de Padua, comenzó una larga travesía rumbo a Florencia. Era mediodía, el cielo estaba radiante, y poco a poco abandonamos el panorama urbano y nos adentramos en la carretera. Al principio, los paisajes no eran tan llamativos como los que me había tocado ver en el trayecto Verona-Venecia, sin embargo, seguían manteniendo ese ambiente de campo, sus casas regadas entre los prados, algunas todavía habitadas con familias y niños; otras en ruinas y abandonadas, colonizadas por la maleza.

Felipe, nuestro guía, nos puso en el camino la película "Bajo el sol de Toscana". En un principio en el autobús tuvimos problemas con el audio y los subtítulos. Un chavo español, se ofreció a arreglarlo, pero más o menos lo consiguió. En fin. Yo ya había visto la película hace varios años, así que no me estaba perdiendo de gran cosa.

Hasta que de pronto, el paisaje de la televisión saltó hacia la vida real. Apenas nos adentramos por unos túneles, y las montañas nos dieron la bienvenida a una región de belleza campirana, que me dejó sin aliento. Estábamos nada más y nada menos que en la Toscana.

Un campo vasto, que pasaba de los viñedos, a los trigales, y de éstos a los girasoles y maizales. Un valle entre montañas, cuajado de casas blancas y callejuelas. Todo era verde, hacia donde mirara, y contrastaba con un cielo de azul nítido. El sol dejaba caer su dorada luz, y en cada parpadeo, yo captaba un paisaje diferente. Lástima que no nos detuvimos en plena carretera. Me hubiera gustado ser como la chica de la película y pedirle al chofer que me dejara ahí, en la Toscana. Y es que no podía dejar de tomar fotografías desde el autobús, aunque esas fotos que tomé no le hacen justicia a la belleza del lugar. En Toscana, el tiempo se detiene. El alma te brinca de emoción, al ver como el hombre y la naturaleza han hecho un pacto pacífico. Las ovejas corrían por los prados, los árboles engalanaban por todo alrededor, a veces ocultando algún conjunto de casas.

Nos detuvimos en una gasolinera, y bajamos a comprar víveres y a ir al baño. Yo estaba súper emocionada, quería grabar en mi mente todos esos escenarios que acababa de presenciar.

Ese fue mi paso por la Toscana.