miércoles, 9 de septiembre de 2015

De politica y palancas

De repente me entra la nostalgia o curiosidad por saber qué pasó con los compañeros de mi primer trabajo, en Gobierno. Me meto a la red e investigo noticias y portales. Me he dado cuenta de varias cosas.

Los que menos imaginabas que iban a progresar, ahorita tienen puestazos. Algunos porque realmente lo merecian, otros porque lo consiguieron por palancas.

Otros que parecian ser jóvenes promesas se quedaron en el camino. Siguen en el mismo puesto, con el mismo sueldo. Ya no brillaron ni avanzaron.

Otra que tenía todo a su favor para ser de las meras meras (palancas, conocimientos y experiencia) renunció... al menos su familia sí está acomodada pero no tanto como otros.

A veces me dan ganas de buscarlos, pero de inmediato desisto de la idea. Sería tener que responder preguntas de qué fue de mí, que fue de ellos, y que flojera. Mejor dejo las cosas como están.

Repetir la historia

La chica del aseo siempre nos cuenta historias. Cosas que pasan en su familia y en su barrio. Esta vez nos contó la historia de un chavo.
Este muchacho tuvo un papá golpeador y borracho. Siempre estaba golpeando a la mamá por cualquier excusa. Un día la mamá no lo soportó y lo dejó y se llevó a su hijo. Cuando el hijo creció y se volvió adolescente, se arrejuntó con una niña de 14 años. La embarazó, tuvieron un hijo. Y ¿qué hace ahora este muchacho? Pues repetir el mismo patrón de su padre. Se emborracha y golpea brutalmente a la madre de su hijo. Día a día, por cualquier excusa. Que porque la sopa estaba fría, que porque la tortilla está muy caliente, que porque es una floja que no hace nada... La chica aguanta, sumisa. No habla, no sale. Lo tiene prohibido. Si alguien se dirige a ella, ella no mira a los ojos. Desvia la mirada y mantiene la cabeza agachada. Justifica sus moretones diciendo que se cayó. Si alguien le dice que deje al muchacho, ella se niega y dice: "¿y qué voy a hacer? No tengo trabajo y no puedo mantener a mi hijo." Y el niño a sus dos años se muerde las uñas de nervios. Imagínense, un bebé mordiéndose las uñas. Nadie sabe lo que habrá presenciado este niño a su corta edad.
Y lo más curioso, si eso puede decirse, es que este muchacho repite la misma historia de su papá. En vez de decirse a sí mismo "voy a ser diferente a mi papá, voy a tratar a mi mujer diferente de lo que mi papá trató a mi mamá", no, hace exactamente lo mismo.
Los seres humanos tenemos muchas oportunidades para hacer las cosas diferentes. Pero en los barrios bajos la gente sigue con la misma línea. Repite la historia generación tras generación.