martes, 15 de febrero de 2011

Economía vs Arte

Cada persona nace con capacidades y habilidades diferentes. Pero qué desventura nacer con ciertas habilidades artísticas (por artísticas me refiero a ARTE, llámese música, literatura, pintura, etc.) que no son apreciadas por la sociedad consumista, en donde constantemente te exigen que seas competitivo y productivo. En estos tiempos el arte ha sido devorado por la tecnología y la economía, así que si uno no tiene habilidades contables, mecánicas, informáticas, o médicas, estás frito. Las carreras mejor pagadas son las que tienen que ver con la informática, las matemáticas y la ciencia. Si naciste con estas habilidades, y si tienes vocación para ejercerlas, excelente, estás en el siglo correcto.

Pero si por el contrario, eres de las almas soñadoras, bohemias, creativas, que escriben versos o literatura, que compones música de orquesta o eres pintor, entonces estarás de acuerdo que naciste en el siglo equivocado, y que estamos nadando contra corriente evitando que nos succione el agujero negro de la economía, porque no somos productivos ni competitivos, esas palabras no nos aplican porque no "producimos" nada ni tampoco competimos en el mercado. Y lucharás, por hacerte un lugar en el mundo usando tus talentos, pero en algún momento, te vestirás con ropa formal y pedirás un trabajo que no te gusta, pero por el que te pagan, todo sea con tal de ganar un sueldo y poder vivir "dignamente". Los sueños quedan entonces en un cajón, el cual a veces abres, para contemplarlos, acariciarlos, jugar con ellos un rato, y después los vuelves a guardar, esperando que la sociedad cambie para poder sacarlos a la luz.

Todos los días te levantas, siguiendo la misma rutina mecánica, vistiéndote de borrego cuando en realidad eres un lobo que aúlla a la luna. Todos los días sueñas con tener el dinero y el tiempo suficiente para no trabajar y dedicar ese tiempo a realizar tu obra de arte, y así dejar de ser anónimo, trascender y ser reconocido. Porque el artista tiene sed de eso, de reconocimiento, de aprecio. Mientras los informáticos y los ingenieros sueñan con ganar mucho dinero y ser jefes o directivos de grandes empresas, los artistas sueñan con que la gente lea sus obras, escuchen su música o expongan sus pinturas en un museo.

¿Y habrá alguien quien te lea, te escuche o te vea? Si ahora la gente sí lee, pero lo que leen son mensajes en facebook (escritos con pésima ortografía), sí escuchan música, pero sonsonetes de una sola nota repetida mil veces que te llevan al borde de la idiotez mental como la canción "Papa Americano", y sí ven, pero no pinturas, sino telenovelas y noticieros amarillistas, en donde hasta los muertos en balaceras ya no se mencionan sus nombres, sino se mencionan por cantidades "ocho, cinco, diecinueve".

Aún así, sobrevivimos, nacemos en familias normales, convencionales, y sólo nosotros somos los que traemos las ondas raras.

Lo más increíble de todo esto, es que Julio Verne lo vaticinó hace más de 150 años, en su obra "París en el siglo XX". Él sabía que esto iba a ocurrir, pero en ese entonces su novela fue rechazada por presentar una visión pesimista del futuro.

Un futuro que ya nos alcanzó.