jueves, 22 de noviembre de 2012

Confianza

De  más chica yo confiaba más en las personas. No las juzgaba, ni iba a la defensiva por la vida. Creía plenamente en lo que me contaban, pues pensaba que me hablaban con la verdad. Yo a la vez, confiaba en ellas y era sincera, no ocultaba nada.

Pero a partir de los veintitantos, eso fue cambiando poco a poco. En la vida van apareciendo personas que no son tan buenas ni tan sinceras, o que no valoran esa confianza depositada. El problema es que cuando esas personas te dañan, merman tu confianza hacia la demás gente. Cada vez uno va cerrándose un poquito más, y más, y más, hasta que un día te das cuenta que te quedaste encerrada en una muralla, con paredes tan altas que la gente difícilmente traspasa.

La confianza se gana en años, y se pierde en segundos.
Ahora soy desconfiada. Batallo mucho en confiar en la bondad de las personas, después de ver tanta negatividad, tanta maldad, y de pasar por malos momentos traicioneros.

Pero si la persona tiene paciencia, tarde o temprano gana en mí a una amiga muy leal que la apoyará en las buenas y en las malas. Mi lealtad tal vez sea cara, tal vez no cualquiera se la gana. Pero si la persona tuvo la suficiente paciencia y tolerancia y tesón para ganársela, tiene mi amistad por siempre.