miércoles, 7 de diciembre de 2011

De Peña ajena

Todo mundo quiere gobernar. Porque es muy bonito dar órdenes y que te obedezcan, salir en las cámaras, dar discursos, recibir aplausos, vivir en una mansión de lujo, y que encima de todo esto, te paguen cientos de miles de pesos mensuales por eso.

Por esas razones, muchos quieren ser presidentes de la República. Es una silla bastante peleada, pero precisamente por ello, se olvidan de lo escencial: para gobernar un país se necesita tener educación. Y para tener educación se necesita LEER.

Alguien me había comentado una vez que cada intervención de Enrique Peña Nieto era una puesta en escena, donde periodistas y el candidato seguían un guión al pie de la letra, y no había margen para la improvisación. En Televisa, como es muy querido, se apegan fielmente a estos guiones teatrales, y por eso el candidato siempre sale bien librado. Eso y el hecho de que está casado con una actriz y que tiene un séquito de colaboradores que cuidan su imagen y que cada cabello de su cabeza esté bien peinado.

Con estos antecedentes, me sorprendió saber, que Peña Nieto sacó un libro, y que lo lanzaría precisamente en una Feria Internacional del Libro. Tuve mis dudas de si en realidad lo había escrito él o alguno de sus colaboradores y él nomás estampó su firma. Pero bueno, habría que darle la oportunidad. Después de todo, estamos en un país donde se respeta la libertad de expresión.

Sin embargo, durante esa presentación, que se hizo con bombo y platillos ante la prensa nacional y extranjera, Jacobo García, corresponsal del periódico El Mundo de España, notó lo que muchos de nosotros ya sabíamos.

"Había terminado la presentación del libro de Peña Nieto en la Feria Internacional del Libro, de Guadalajara. “Me pareció una puesta en escena impresionante”, dijo Jacobo ayer. “Cómo manejaba las cadencias, las miradas. Había salido impactado por la presentación. Todo estaba muy bien hilado”.

Entonces, él lanzó una inocente pregunta.

"¿Cuáles son los tres libros que te marcaron la vida?"

Y Peña Nieto quedó estupefacto, perplejo. Esa pregunta no venía en el examen. Eso no estaba dentro del guión. Miró a su séquito de colaboradores a ver si alguno se la soplaba, pero estaban muy lejos como para pasársela.

Así que esto fue lo que contestó:
"Pues, he leído varios, desde novelas, que me gustaron en lo particular. Difícilmente me acuerdo del título de los libros. La Biblia es uno. La Biblia en algún momento de mi vida y algunos pasajes bíblicos. No me leí toda la Biblia, pero sí algunas partes. Sin duda, en alguna etapa de (mi) vida, fue importante, sobre todo en la adolescencia", dijo Peña Nieto y añadió: “Leería algo que seguramente mi vocación por la política alentaba este espíritu. 'La Silla del Águila', de Krauze [en realidad de Carlos Fuentes] (...) Y hay otro libro de él mismo que quiero recordar el nombre sobre caudillos, (pero) no recuerdo el título exacto”.

Aquella respuesta indecisa e incorrecta lo convirtió en el blanco de burlas de todos los mexicanos, y de pena ajena para los extranjeros. Un candidato que no lee. Algunos en broma culpan al pésimo sistema educativo implantado por Elba Esther Gordillo en donde estamos en los últimos lugares del ranking en matemáticas y lectura. Pero Peña Nieto seguramente estudió en colegios y universidades privadas, así que ¿cómo justifica su falta de cultura? ¿Así pretende gobernar el país? ¿Así pretende sacarlo adelante?

Para terminarla de amolar, la hija sacó el cobre, y con un lenguaje pulcro, elegante y que daría envidia a los grandes escritores como Gabriel García Márquez, o Mario Vargas Llosa o Elena Poniatowska, tuiteó en su cuenta lo siguiente:
"Un saludo a toda la bola de pendejos, que forman parte de la prole, y sólo critican a quien envidian."

Ahora resulta que nosotros la "prole", somos los pendejos.