lunes, 21 de noviembre de 2011

Crónica de un viaje a Italia

Alejandra era una españolita menuda, de cabello oscuro, pero con una voz muy fuerte. Tenía varios años viviendo en Florencia, así que conocía la ciudad como la palma de su mano. Inició el recorrido, remontándonos a la Edad Media, donde Florencia era una potencia económica, donde florecía el comercio. De hecho, es cuna de los Medici, que como sabemos, fue una importante familia de comerciantes y banqueros. Tuvieron su propia moneda, el florín. La ciudad estaba amurallada, y contaba con varias torres de defensa. Con el paso del tiempo, las murallas se derribaron para dar paso a una expansión de la ciudad, pero aún se conservan vestigios de esas torres donde se encontraban los arqueros y soldados. El río Arno, en otros siglos, en temporada de lluvias había provocado inundaciones épicas, pero este problema ya no se ha presentado desde que se hicieron las adecuaciones correspondientes.

El clima ese día estaba caliente, probablemente estaríamos a unos 30°C, y el sol estaba en su apogeo. Comenzamos a caminar, adentrándonos por entre las callejuelas. Había muchísima gente en esos días. Como ya mencioné, en Florencia se dedican mucho a la talabartería, así que era frecuente ver puestos de ropa y zapatos de piel. También, allá Pinocho es una figura icónica, así que había tienditas especializadas en artesanías de este personaje infantil.

El hecho de que Florencia fuera una ciudad pujante, con una economía sólida, hizo que muchos banqueros fueran mecenas de artistas, entre ellos Miguel Angel, Leonardo Da Vinci y Boticelli. Más adelante me ocuparé de mencionar algunos datos curiosos al respecto.

Muchas familias adineradas invirtieron en el arte, lo que convirtió a Florencia en un museo al aire libre. Para donde volteaba, podía encontrar estatuas, fuentes, o castillos de arquitectura exquisita, en una mezcla de diferentes estilos que me sería imposible citar, ya que no soy especializada en el tema.

Llegamos a una plaza, llamada Piazza della Signiora, un gran espacio abierto, en donde pudimos ver un palacio llamado Palazzo Vecchio. En contraesquina, había un lugar coronado por columnas en donde había muchas estatuas de criaturas mitológicas, hechas por diferentes artistas de la época. El objetivo de dichas esculturas, según nos explicó Alejandra, era para educar al pueblo. Al escuchar el pasaje mitológico (por ejemplo Perseo decapitando a Medusa) los capitanes de los ejércitos infundían valor a sus soldados. "¡Así como Perseo mató a Medusa, así venceremos a nuestros enemigos!".

Bueno, era como una especie de propaganda militar, supongo. De hecho ahí mismo se encontraba la estatua del David de Miguel Angel, para recordarle a los florentinos que no importa si se es joven o débil, siempre vencerían al Goliat (o sea a los enemigos numerosos). Hoy en día, en la Plaza sólo se encuentra una réplica, ya que la verdadera está en su propio museo.

Me quedé absorta viendo las estatuas. Eran demasiadas, y todas tan detalladas. Se veían las miradas fieras, los músculos marcados, y ejem... otras cosas. Jajajaa. Aún y cuando no entres a los museos, la ciudad en sí está repleta de arte, en cada rincón. Tener un guía ayuda, pero creo que nada se compara a sacar tus propias conclusiones. Yo estaba muy hechizada intentando captar en mis ojos todo lo que veía a mi alrededor, que muchas explicaciones de la guía se me escaparon. Aún así, trataré de seguirles posteando más detalles sobre esta fascinante ciudad, que me hizo sentir que andaba en el renacimiento, con un vestido esponjado y un montón de joyas... aunque solamente fuera en jeans y blusa. ¡Pero bueno!

Les debo las fotos. Pero no se preocupen, les prometo que les avisaré cuando las suba.