sábado, 27 de noviembre de 2010

Amar está en chino

Estaba yo en VIPS tomando café con mis amigos y hablando sobre libros, cuando de repente vi a una pareja muy peculiar. Ella, oriental, probablemente de China. Espigada, cabello lacio, piel tersa finamente empolvada, y ojos rasgados. Él, occidental, regiomontano, cabello oscuro ondulado, cejas gruesas y sonrisa atractiva.

Pero la pareja no venía sola. Los padres de ella estaban también ahí.

Se sentaron justo en la mesa que quedaba delante de donde yo me encontraba. Ella se sentó junto a su novio, quien se veía sonriente, pero nervioso. Sus suegros se sentaron frente a ellos.

Los padres de la novia no sonreían. Tenían el ceño adusto, la mirada solemne y rígida. Sus pequeños ojos como hendiduras inspeccionaban todo: los cubiertos, los manteles de papel, los meseros... el novio de su hija...

La chica parecía despreocupada y feliz. El novio trataba de compartir esa alegría... pero se sentía intimidado por la presencia de sus suegros, quienes fungían como jueces.

La novia susurró algo al oído de su novio, probablemente para tranquilizarlo. Él sonrió. Imagino que posiblemente la tomó de la mano por debajo de la mesa.

La chica sacudió su cabeza y su melena se deslizó con la misma suavidad de una cortina de agua. Sus padres miraron el menú, miraron al novio... y luego hablaron entre ellos en chino...

El novio les habló en inglés... pero ellos se dirigieron a su hija en chino...

El mesero llegó para servirles lo que habían ordenado. Con gran parsimonia, los chinos comieron sus alimentos, llevándose pequeños trozos a la boca. El novio al parecer, no tenía apetito.

Aún así, su novia le sonrió.

"Les has caído bien."

Mientras tanto, mis amigos y yo seguíamos comentando sobre libros, pidiendo más y más café.