miércoles, 11 de julio de 2012

Receta

Cuando empezó a calarme el asunto de la soledad, empecé a pedir mucha ayuda, de muchas personas, muchos amigos, muchos maestros o guías espirituales. Empecé a buscar esa receta mágica para llenar ese vacío. Entre tantos consejos y guías, me pasaron esta receta, es una compilación de lo que he hecho y me han dicho en estos últimos 4 años.

La receta es cómo estar feliz aunque estés sin pareja.

  • Busca tu vocación. Trabaja en algo que te apasione
  • Convive con tus papás y hermanos.
  • Sal sola al cine o a comer o a un lugar que te agrade.
  • Escribe un libro.
  • Viaja. Entre más lejos, mejor.
  • Sal más a fiestas.
  • Compra ropa nueva
  • Haz ejercicio
  • Haz oración
  • Lee libros de superación personal.
  • Entra a un grupo de la iglesia o a un retiro espiritual
  • Estudia una maestria, una carrera, un diplomado, un curso
  • Ayuda al prójimo, y a los desamparados.

Me dijeron que al realizar todas estas actividades yo sería una persona feliz.

Lo curioso es que ya hice todas las actividades de la lista...

Pero el pastel todavía no existe.

La culpa no es del indio sino del que lo hace compadre

Me abstuve de opinar sobre las elecciones y la política de mi país, porque me considero apolítica. Nunca he tenido fe en ningún partido, y en las pasadas elecciones voté por el que yo consideré el menos peor. Porque admitámoslo, todos son corruptos, algunos más que otros, y todos vienen a robar, a ninguno le interesa mejorar el país. Pero ya que pasó todo este relajo y bombardeo electoral, vienen mis reflexiones, que seguro aplicarán a cualquier país que se encuentre en una situación similar a la de México.

“La culpa no es del indio, sino del que lo hace compadre”, reza el dicho. Se ha desatado el escándalo de la compra de votos, el cual a estas alturas ya será muy difícil de demostrar y de anular la elección. En todos estos meses se hizo una intensa campaña televisiva de que si alguien quería comprar votos, fuera denunciado. Nadie lo hizo. Todos los que recibieron esas tarjetas de despensa o monederos electrónicos, sólo dijeron “vénganos tu Reino” y se las quedaron. Claro que ahora rezan al revés “Danos el pan de cada día!” porque las tarjetas resultaron un fraude, y algunos arrepentidos rezan “Perdona nuestras ofensas” o “Líbranos del mal, señor” al darse cuenta que quien quedó en el poder es la corrupción en sí misma. Si los ciudadanos al menos no cayeran en esas trampas electorales, si no se vendieran por $500 pesos, no estaría México así. Pero si el mismo pueblo está corrupto ¿cómo esperan que los gobernantes sean honestos?

Y el problema no está en votar por tal o cual partido. El problema es que cuando queda en el poder un partido cuya corrupción ya quedó demostrada por décadas, es cuando le toca al ciudadano lidiar con esas autoridades. Ahorita no lo vemos. Pero el día que un ciudadano quiera interponer una denuncia y le den largas y le exijan un soborno para acelerar el proceso, el día que descubra que dieron de baja sus placas para asignárselas a un carro robado que le vendieron a un tercero, el día que descubra que los despachadores de boletos del metro no funcionan para obligarlo a comprarlo en la taquilla y que ese dinero va a bolsillos de funcionarios, el día que descubra que le están cobrando impuestos excesivos para solventar lujos de diputados y senadores, el día que le expropien un terreno para que un alcalde se lo quede y construya una mansión de lujo, ese será el día que lamentará que tal partido esté en el poder. Y no podrá luchar, porque el sistema de justicia, integrado por los amigos, compadres y /o amantes de los gobernantes en turno, está viciado.

Esas son las consecuencias de venderse a un partido. Y también son las consecuencias de nuestros valores. Hay quien dice que esta generación no tiene valores. Se equivocan, sí los tiene. Esos valores son el dinero, la belleza, el lujo, el placer, y en base a eso, los mexicanos regimos nuestras vidas y nuestro gobierno.