martes, 16 de enero de 2018

La boda como negocio

Siempre criticamos a las celebridades de que cuando se casan, venden la exclusiva a una revista o una televisora para sacar algo de dinero.

Sin embargo las bodas mexicanas se están convirtiendo en algo parecido. Sí, ya sé que algún lector dirá que soy una amargada, jaja. Pero nada más pongámonos a analizar la situación.

Se va a casar alguien, y para empezar en la despedida de soltera ya no te piden regalo, te piden un sobre con dinero. Desde ese momento ahí ya te sientes comprometida a entregarle a la novia una cantidad más o menos "decente". O sea, no le puedes dar 50 pesos o 100 pesos porque te verías bien tacaña, pero la economía tampoco está como para ser demasiado dadivosos. Ok, supongamos que le das 500 pesos.

Después cuando ya es la boda, la novia en vez de pedir regalos pide otra vez un sobre con dinero. Y otra vez, tienes que dar una cantidad más o menos buena, porque ni modo que le des poquito. Así que el invitado paga por ir a una fiesta. ¿Dónde queda pues la invitación si tienes que pagar por ir?

Hace décadas, cuando la gente se casaba, los invitados si querían daban regalos en la medida de sus posibilidades. Pero ahora la mayoría de las novias no les interesan los regalos, sólo el dinero.

De hecho esto no sólo se limita a las bodas, sino a todos los acontecimientos que se le ocurran a esa pareja (baby shower, bautizos, cumpleaños, etc).

Hace poco me invitaron a un baby shower al que no podía asistir por causas de fuerza mayor. La invitación contenía un número de mesa de regalo de Liverpool. Yo fui una tarde y me tardé horas viendo qué regalo sería apropiado para el bebé de esa amiga. Pero al final, la vendedora me explicó que la mamá sólo recibiría el importe en monedero electrónico del regalo, no el regalo en sí. Me sentí un poco decepcionada porque yo había elegido un conjunto que yo me imaginaba que usaría el bebé, pero en realidad mi amiga sólo recibiría dinero que ella gastaría en otras cosas.

Entonces siento que se ha perdido el significado de las fiestas. Ya no se trata de compartir tu alegría con los demás, sino más bien cobrarles a los demás porque te vas a casar o tener bebés.

Un negocio perfecto.