El otro día que fui a caminar por el parque vi a una pareja muy curiosa. Ella era una chava despeinada, sin maquillaje, en chanclas, con una blusa aguada y de colores deslavados, y unos shorts feos. Si la hubiera visto sola, hubiera pensado que quién fregaos se fijaría en esa chava vistiendo así. Pero no estaba sola. Estaba acompañada de su novio, que también tenía una melena despeinada, chanclas, una playera aguada y deslavada y unos jeans rotos. Se comían a besos y caminaban tomados de la mano.
Eso me recordó la vez que en un Chilis vi a una pareja de rockeros motociclistas. Hombre y mujer tatuados, con piercings, vestidos de negro, con botas de casquillos, y collares de perro en el cuello y muñecas, y traían a su bebé en una carreola vestido igual.
Esas personas, si las vieramos solas, pensaríamos que nadie se fijaría en ellos. Pero lo curioso es que sí, como dice el dicho "para cada roto hay un descosido".
Yo todavía no encuentro a mi descosido. Aunque supongo que también me falta ser más original en mi vestimenta.
A veces me pregunto si la vestimenta, los colores que usamos, el estilo de ropa que nos ponemos, si no será un reflejo de nuestra alma. Que es la manera en que nuestro espíritu proyecta lo que es.
¿Ustedes que piensan?