
En esas vacaciones de verano, en que hacía mucho calor, me acercaba al fregadero, introducía un popote en el tazón donde mi mamá tenía agua con jabón para lavar los trastes, y empezaba a soplar, soplar, soplar, hasta que se hacían las burbujas. luego agarraba toda la espuma, me iba al patio o a la calle, lo lanzaba al aire. veía cómo esas burbujas agarraban colores caprichosos en tornasol, y se reventaban plop plop plop, hasta desaparecer.
Regresaba de nuevo a la cocina, y otra vez.