viernes, 24 de enero de 2014

Margarita Arellanes y el mundo de caramelo

Margarita Arellanes, nuestra alcaldesa, ve Monterrey como su casita de muñecas. En Navidad le gusta mandar pintar columnas de pasos a desnivel como si fueran caramelos y en Febrero cuelga corazones rojos. Ahora quiere convertir la calle Ocampo en un paseo peatonal con cafeterías tipo las de París, de esas que están en las banquetas al aire libre.

Pff. Suena bonito, pero lo malo es que Monterrey hace mucho perdió su vocación turística. A diferencia de muchas ciudades de México, en donde sí se conserva gran parte de edificios coloniales, en Monterrey desde hace años muchas de esas casas fueron demolidas para dar paso a la Macroplaza y a calles más amplias. El llamado Barrio Antiguo sobrevive a duras penas, después de haber sido destinado por algunas décadas a antros y bares, y pasado por la época de la violencia, ahora parece estar recuperando su propósito inicial que es la de convertirse en un lugar cultural. Y digo a duras penas porque muchas de esas casas antiguas ya lo único que conservan es la fachada. Varias fueron convertidas a estacionamientos o negocios.

Construir cafeterías al aire libre como quiere Margarita suena bonito, sí, siempre y cuando tuviéramos una calle digna de admirar. Ocampo, salvo por el hotel que está ahí, no tiene mucho que apreciarse. Está el Círculo Mercantil que parece un edificio viejo y lleno de parches, está Liverpool y una gasolinera. Ah, y el Edificio Acero que ya tiene muchos locales abandonados...

En lugar de eso, yo me preocuparía por hacer la ciudad más funcional. Para empezar,  repavimentando las calles de todo Monterrey, que tienen baches más grandes que los cráteres de la luna. Pero bueno, es una sugerencia. Seguramente Margarita les sembrará flores antes que taparlos con cemento.