sábado, 25 de julio de 2015

Las niñas no juegan con muñecas

En los últimos años se ha satanizado mucho la costumbre de que las niñas jueguen con muñecas. Las feministas han dicho que jugar con muñecas genera estereotipos en las mujeres, de que su única misión en la vida debe ser casarse y ser madres. Dicen que las niñas debieran jugar los mismos juegos   que los niños, como jugar con espadas, carritos, muñecos de acción o fútbol. Así que las campañas de juegos se han enfocado en volver a las niñas más competitivas y agresivas y los sentimientos de maternidad y cariño se ven ahora como algo indeseable en una mujer. Ya no se nos permite llorar ni mostrar debilidad. Tampoco se nos permite ser vulnerables ni mucho menos ser rescatadas por alguien.
Yo no sé hasta que punto es bueno volverse así, tan fría y tan dura. Yo estoy a favor del libre juego. Si la niña elige jugar con una muñeca hay que dejarla. Si la niña elige un balón de fútbol, hay que dejarla. Pero que sea elección de la niña, no de un psicólogo, una maestra o una mamá.
Las niñas chiquitas no dejan de sorprenderme. Si veo a una niña de dos años jugar con una muñeca, me sorprende cómo imita lo que hace su mamá. Desde cómo darle el biberón, hasta hacerla "eructar" o cambiarle el pañal o acostarla en una cuna. Las niñas juegan con la muñeca igual que sus mamás actúan con ellas. Así que yo no lo veo malo, simplemente las niñas están aprendiendo cómo ser mamás. Con el tiempo las niñas aprenderán otras habilidades. Hay niñas que les apasionará andar en bicicleta todo el día. Otras que disfrutarán nadando en las albercas. Algunas optarán por la pintura o la música. Otras jugarán a ser cocineras. Otras aprenderán karate. Algunas disfrutarán en clases de ballet. Pero eso se da poco a poco, mientras la niña va probando diferentes juegos y va descubriéndose a sí misma, forjando su propia identidad. Así que en vez de satanizar a las muñecas, creo que a través de ellas es como la niña va aprendiendo cómo ser de adulta. Dejemos pues de satanizar los juguetes. No es bueno ni malo jugar con muñecas. Al final de cuentas es solo eso, un juego. 

lunes, 13 de julio de 2015

El Chapo y los antihéroes

El domingo el Chapo Guzmán nos dio una noticia digna de una película: se escapó de una cárcel de alta seguridad a través de un túnel de 1.5 km de largo que conectaba una obra en construcción con nada más y nada menos que el área de duchas del penal de máxima seguridad.

No entraré en detalles porque todo eso ya se han encargado los periodistas en desmenuzar paso a paso la noticia.

Tampoco hablaré de la corrupción del gobierno mexicano y sus instituciones porque eso es pan de todos los días. Desde que aprehendieron al Chapo era una profecía cumplida que lo iban a dejar libre. El cómo, no se sabía. Podía escapar a través de procesos legales y triquiñuelas de sus abogados o podía hacerlo como de película, a través de un túnel. Y él eligió lo último, lo cual es peor que si lo hubieran soltado porque ahora el hombre pasó a ser un anti-héroe, tan de moda que están en la sociedad actual.

En la literatura y el cine, el antihéroe es ese protagónico, un hombre o mujer (generalmente hombre) comunes, que van cometiendo actos poco éticos, hasta convertirse en una figura delictiva a quien todos aman y respetan y admiran (incluidos los propios espectadores). Ejemplo de esta figura es Walter White, de la serie Breaking Bad, precisamente un narcotraficante. La serie, contra todo pronóstico, rompió récords de audiencia que ahora otras series intentan emular. También están las telenovelas de El cártel de los sapos, por ejemplo, donde el público adora seguir las andanzas de los capos de la droga y hasta desean que escapen de la justicia, en lugar de que sea al revés.

Por eso las películas de super-héroes han tenido que cambiar sus formatos. Ya nadie admira al Superman, al hombre perfecto e intachable, con alto sentido de la moral y la justicia porque prácticamente en la sociedad no existen hombres así (y si los hay, no son tan populares). Por eso Marvel y DC Comics han transformado a sus super-héroes volviéndolos más "humanos", más trastornados, dispuestos a asesinar y a cometer delitos en pos de sus fines. Por eso Batman ya lo equiparan con Joker, porque Joker resultaba más seductor que Batman. Por eso Disney le ha apostado a Maléfica, porque ninguna niña quería ser Bella Durmiente.

Y el cine y la televisión han tratado de justificar lo injustificable. Han tratado de explicar los motivos por los cuales los malos se volvieron malos, cuando en realidad no hay vuelta de hoja. Los malos son malos porque eligieron ser malos. Así de simple.

Estoy segura que hay muchos mexicanos con el mismo coeficiente intelectual y las condiciones económicas que tuvo el Chapo en su niñez. Hay muchos mexicanos que nacieron en la pobreza y tienen un IQ elevado y don de gentes. Pero de esos mexicanos casi no se habla. Porque sus hazañas no se comparan con las del Chapo. Algunos de esos mexicanos han ganado medallas olímpicas. Otros han sobresalido en la música y en el arte. Otros más han ganado becas para estudiar en el extranjero y otros han presentado proyectos en ciencia que hasta han recibido propuestas para trabajar en la NASA.

Y todos ellos lo han hecho con su propio esfuerzo, a base de tesón y disciplina. Pero de ellos no se habla y nadie los toma en cuenta. No son material de noticia. Es más emocionante ver cómo un delincuente evade la justicia que un chico estudie en medio de la pobreza y salga adelante.

Por otro lado ¿qué hace más seductor al anti-héroe? Que ayuda a la gente, a su manera claro. Mientras que los políticos solo se acercan a las clases bajas cuando buscan el voto y una vez que ganan ni siquiera se dignan a mirarlos, los delincuentes como el Chapo hacen todo lo contrario. Es bien sabido que el Chapo se distingue por apoyar económicamente a los pobres. Si a alguien le hacía falta unos lentes, o una operación quirúrgica, o un empleo, el Chapo los ayudaba como un Robin Hood. Claro que sus favores tienen tarifas. A veces el precio consiste en hacerse de la vista gorda y quedarse callado, otras veces implica ayudarlo en sus fechorías. Pero la gente se lo agradece con gusto. Porque el Chapo ha hecho por ellos lo que ni el gobierno ni la iniciativa privada han hecho: ayudar a los pobres.

Así que es muy difícil desterrar al Chapo del pedestal en que se encuentra. Se harán corridos en su nombre, se le inmortalizará en películas y series y libros. Se le convertirá incluso en un "santo". Pero mientras no haya un verdadero líder carismático y fuerte que le haga pelea al Chapo, México seguirá en las mismas: gobernado por anti-héroes.

domingo, 5 de julio de 2015

La industria farmacéutica

Estaba viendo un documental en el canal de negocios WOBI. No es porque me la pase viendo documentales, sino porque ese canal nos enseña a veces lo que está detrás del consumismo, por qué compramos lo que compramos. Básicamente y para reducirlo en una sola frase: compramos lo que el fabricante nos hace creer que necesitamos.
Pero el tema aquí es específicamente sobre la industria farmacéutica. Cuando se dio el brote de epidemia de ébola en África yo me preguntaba por qué no se había encontrado la cura a pesar de los avances médicos y tecnológicos que se han dado desde las últimas décadas. Si bien es cierto que ahorita la enfermedad se consideraba como incurable, también lo era que las industrias farmacéuticas no le habían invertido a la investigación de la cura porque no era redituable. Su clientela estaría compuesta únicamente por africanos de países pobres. O sea, no les generaría ganancias. No fue sino hasta que se dieron algunos brotes en España y en Estados Unidos cuando se pusieron las pilas y buscaron una vacuna y cuidados paliativos que ayudaron a algunos de esos contagiados a superar la enfermedad (otros fallecieron en el intento).
Y bien, el programa que vi el día de hoy respecto a lo que hay detrás de la industria farmacéutica corroboró lo que yo ya venía sospechando. La industria farmacéutica está centrando sus propósitos en un objetivo más frívolo: evitar el envejecimiento.
En efecto, en la sociedad occidental, las principales farmacéuticas y los que pretenden integrarse en el ramo médico con patentes de aparatos, promueven productos que prometen retardar o detener el envejecimiento. Desde cremas, pastillas, aparatos que emiten radiaciones especiales, inyecciones, etcétera. Luego todos ellos van a Las Vegas y organizan una convención a la cual invitan a todos los médicos a que conozcan sus productos. Además de los médicos, también van artistas y políticos que compran con afán dichos productos o servicios para mantener el rostro lozano o el talle perfecto o la musculatura.
Pero lo más irónico es que no hay productos que alivien las enfermedades crónicas de la tercera edad. Esto quiere decir que las farmacéuticas les conviene más vender una crema antiarrugas o una hormona artificial que retarde el envejecimiento que evitar, no sé, la diabetes o el cáncer o la insuficiencia renal o el desgaste de los huesos.
Y claro, suena lógico. ¿Quiénes son mis clientes? ¿Los viejitos jubilados o los hombres y mujeres económicamente activos y con dinero? Obviamente inclinarán la balanza hacia estos últimos porque son los que tienen dinero. Los viejitos no son prioridad y menos en una sociedad como la occidental donde se tiene un culto al cuerpo, al exterior, no al interior (y no hablo de sentimientos, jaja, hablo de las funciones de nuestros sistemas circulatorio, respiratorio y digestivo).
De ahí que haya muchas enfermedades que no tienen cura o que sean crónicas. Porque no son atractivas en términos económicos para la industria farmacéutica. Serían pocos los que compraran el medicamento  o producto.
Así que no nos queda más remedio que cuidar la salud durante nuestra juventud. Alimentarnos bien, hacer ejercicio, procurar llevar una vida más sana para tener una vejez de calidad, y no esperanzarnos  a que en el futuro se encontrará la cura de todas las enfermedades, porque ahorita conocemos más sobre cómo cambiar de sexo a un hombre para convertirlo en mujer que en cómo curar el ébola.




sábado, 4 de julio de 2015

El problema de la basura en México




El tema del reciclaje en México, específicamente en Monterrey, no se aplica prácticamente. En nuestro municipio, y básicamente en todo el Estado de Nuevo León, la basura no se separa en orgánico e inorgánico. Todas las personas mezclan sus basuras en el mismo bote, la misma bolsa. Pasan los camiones y lo único que hacen es separar, en ese momento, lo que más o menos pueden, y el resto lo compactan y van a tirarlo a un pozo (o relleno sanitario, como le dicen). Así que miles y miles de toneladas de cartón, papel, vidrio, aluminio y sobre todo plástico PET se mezclan con restos de comida podrida, restos fecales y otras cosas.
El servicio de la basura está concesionado a una compañía llamada SIMEPRODE, que más o menos separan la basura. Pero no le saca provecho al 100%, no sé si por falta de infraestructura o si por falta de leyes. Sé que si uno se acerca con ellos, están dispuestos a venderte material susceptible de ser reciclado, como el plástico PET. Pero ¿cuántas empresas mexicanas están dispuestas a adquirir ese material? Pocas.
Está también el tema de los pepenadores, que son trabajadores informales y que hacen de la basura el negocio familiar, involucran hasta a los niños para ir a los basureros a recoger y separar. Y ganan bien, por lo que me han dicho. El problema está que nunca van a facturar. Y aunque se creen empresas dispuestas a comprar esos desechos, los pepenadores no quieren ponerse en la mira del SAT, pues tendrían que pagar impuestos. Es verdad que existe una regla en donde el comprador puede "autofacturarse" lo que le vende el pepenador, pidiéndole el CURP solamente y reteniéndole 5% del valor como pago de ISR y el 16% del IVA. O sea que si un pepenador junta 1000 pesos de basura reciclada, el comprador tiene la obligación de retenerle 210 pesos en total. Por lo tanto el pepenador se quedaría con 790 pesos. Obviamente, no les causará gracia a los pepenadores entregarle ese dinero al SAT, así que prefieren seguir fuera de su lupa, en la informalidad.
Sin embargo, la empresa formal que les compra el material es la que sale perjudicada, pues de sus ventas no puede hacer deducible las compras ¿por qué? Porque el pepenador no da facturas y tampoco le dará el CURP para que le retengan impuestos (y eso si es que tiene CURP porque muchas personas ni siquiera tienen eso).
Ah, y además otra cosa: la empresa compradora de basura tiene límites para hacer deducibles las compras. Si gana más de 1 millón, solamente puede hacer deducible la compra hasta un 60 o 70%.
Como se ve, son muchas las pérdidas al crear una empresa recicladora en México, porque las leyes fiscales en vez de incentivarlas, las castigan con impuestos sobre impuestos y límites y topes.
Por lo tanto, el problema será resuelto de la misma manera que se ha hecho por décadas, seguir enterrando la basura bajo la tierra.