lunes, 7 de enero de 2013

Donar amor

Una vez un millonario le dijo a la madre Teresa de Calcuta que él le daría un cheque por la cantidad que ella le pidiera,  a modo de donativo. La madre Teresa le agradeció amablemente su intención, pero lo rechazó. Dijo que aunque el dinero sí era necesario, más necesario era aún que él donara parte de su tiempo para atender a los pobres.

En la institución a donde voy, a veces la gente hace donativos. Pero en ocasiones esos donativos son cosas en mal estado: Ropa vieja, zapatos rotos. Es como si la gente sacara la basura de las casas y se la entregara a los pobres creyendo que les hace un favor. Pocas son las personas que realmente compran cosas nuevas para donarlas. Recuerdo que en mi trabajo, cada año se ponía un contenedor para donar juguetes y zapatos, y al llegar la fecha límite yo me asomaba y el contenedor sólo estaba a un 10% de su capacidad. Y eso que era una empresa con miles de trabajadores, y con 500 empleados de confianza (profesionistas).

Pero si así somos de tacaños para donar cosas materiales, más lo somos para donar parte de nuestro tiempo.

No es fácil ser voluntario, porque tenemos que salirnos de nuestra zona de confort. Quedarse durmiendo hasta tarde, o salir a divertirse con los amigos es más relajante que levantarse temprano a ir a equis lugar a dar parte de nuestro tiempo.

Pero una vez que estás ahí, te das cuenta de que esas personas realmente necesitan a alguien que las escuche. A alguien que les dé amor, que platique con ellas, que las entretenga, que les haga olvidar aunque sea por unas horas que están encerrados, o  que no tienen familia. Aunque no dudo de la capacidad de las instituciones, éstas solo se concretan a dar lo básico: alimento, techo y vestido. Pero en cuestión de afecto, no lo hay. Simplemente porque son empleados, y porque como tales, cumplen una función de atender y cuidar. Pero por amor no se paga. El amor nace del corazón.Y no hay voluntarios que donen amor.

El amor últimamente es un bien que es muy escatimado. Incluso entre las mismas familias. Los padres escatiman las muestras de afecto a su cónyuge e hijos porque le dan prioridad al sustento material. En las relaciones de pareja, se da más peso a la sexualidad pero pocos se dan la oportunidad de exteriorizar sus sentimientos de amor, de dialogar y comunicarse. Y eso que estamos hablando de personas cercanas entre las cuales se supone que existe un vínculo afectivo. Ahora cuánto más se escatima dar ese amor a terceras personas que no son parte de nuestra familia ni de nuestro círculo social.

Y sin embargo, cuando estás frente a esas personas, a esos niños, (o ancianos, o pobres, o enfermos, lo que sea), te das cuenta que ellos necesitan alguien que les hable con ternura, alguien que les diga lo valiosos que son.

Y tú ¿estarías dispuesto a donar amor?