jueves, 30 de junio de 2011

Crónica de un viaje a Italia. 1era. parte

Italia se me metió a los ojos cuando yo tenía quince años de edad. En ese entonces salí con mis amigas del colegio al cine, y fuimos a ver una película llamada “Only You”, estelarizada por Robert Downey Jr. y Marissa Tomei. La historia trataba de una mujer que se iba a Italia a buscar al amor de su vida, y recorrió varias ciudades, como Venecia, Roma, Positano, etc.

Al ver la bella arquitectura antigua, los hermosos paisajes de viñedos, y el mar azul que chocaba contra las rocas, me propuse que un día iría a Italia.
Pasó el tiempo, y guardé mi sueño en un cajón. Me ocupé más en estudiar y en trabajar, y poco a poco me fui sumergiendo en los problemas cotidianos, como comprar un carro, o pagar tarjetas de crédito. Incluso dediqué mucha energía en encontrar y forzar el amor. Hasta que llegué a un punto en que sentía que no había hecho nada con mi vida. Mi universo estaba reducido a Monterrey. No conocía el mundo. No sabía que había más allá.

Un día, no sé por qué, recordé mi sueño olvidado. Lo desempolvé, lo puse frente a mí. Y me pregunté ¿por qué no?

Así que empecé a ahorrar: utilidades, aguinaldo, sueldo, todo. No fue fácil, pero al cabo de un año reuní la cantidad suficiente. Ahora sólo faltaba con quién irme.

Comencé a preguntar a familiares y amigos si deseaban embarcarse conmigo para emprender esta aventura. Recibí muchas excusas y negativas. Que no tenían dinero, que era muy caro, que estaban pagando una casa, que iban a cambiarse de trabajo, que se iban a casar, etc. Así pasaron muchos meses, y nadie se animaba a ir conmigo. Hasta que me armé de valor, y decidí irme sola. La decisión no fue fácil, ya que nunca había viajado sola, y mucho menos a un país tan lejano.

Creí que iba a encontrarme con alguna negativa por parte de mi familia, pero contrario a lo que yo imaginaba, me apoyaron con la idea.

Y finalmente llegó el gran día.

Luego de un largo y extenuante trayecto que incluyó escalas en Dallas y Londres, llegué a Milán. Apenas divisé sus casas de tejados rojos y campos verdes, me cayó el veinte. ¡Estaba en Italia! ¡Lo había conseguido!

Pero esto era apenas el principio de una gran aventura…