lunes, 1 de octubre de 2012

Perdí un concurso

Me desanima cuando no gano un concurso literario. Aunque estoy consciente de que no estudié la carrera de Letras, que a esos concursos llegan más de 200 manuscritos de diferentes partes del país o del mundo, y que es como si jugara la lotería, aún así me meto a los concursos esperando ganar. El premio no siempre es la gran cosa, pero lo que en realidad me interesaba era hacerme de un nombre en el mundo literario. Que la gente leyera mis textos. Yo sé que mucha gente lee este blog (o eso quiero pensar) pero a mí me gustaría que me leyeran en un libro, en algo impreso en un papel, y que mi nombre figure como la autora.

El concurso en cuestión era de un cuento infantil. Me esmeré mucho en crear una historia atractiva con un lenguaje simple. Incluso yo ya me había imaginado la portada de ese cuento, pues parte del premio era que se iba a publicar en formato de libro de cuentos. Me imaginaba que me iba al DF mañana, a recibir el premio, y que mi nombre iba a figurar en algún periódico como El Excélsior o Reforma. Lo que más me emocionaba era tener en mis manos el libro impreso, y mostrárselo a las niñas de la casa hogar, a quienes les leí el cuento antes de enviarlo. Quería mostrárselos y enseñarles que con estudio, esfuerzo y dedicación, se pueden ver los frutos. Pero no, regresaré con las manos vacías. Tendré que inventarles alguna moraleja de que no siempre se gana, y que de los errores se aprende, pero ni yo misma me creo esas moralejas, porque yo esperaba ganar, no perder por milésima ocasión.

En fin. Supongo que no he aprendido la tolerancia a la frustración.