No sabía si tocar este tema en mi otro blog, que tiene que ver más con cuestiones financieras pero dado que también es un tema social decidí abordarlo aquí. En México tenemos un dicho muy arraigado en nuestra cultura popular. "El que no transa no avanza". Significa que para salir airosos de una situación o sacar provecho para propio beneficio, hay que mentir, cometer fraude y usar artimañas.
Claro, dirán que esto solo aplica a los políticos. Pero no, desafortunadamente no es así. Ocurre con cualquier persona.
Y hay bastantes personas, pequeños y medianos empresarios que aplican esta filosofía a sus anchas, porque sienten que como su empresa es "chiquita" no reciben grandes tajadas del pastel de las empresotas, entonces se sienten con derechos para transar en aras de avanzar. ¿Y cuáles son esas transas? Muchísimas. Les doy dos ejemplos de los más comunes:
No dando de alta a sus trabajadores en el IMSS o haciéndolo con un sueldo mínimo, por debajo del que realmente ganan.
No pagando impuestos, así, nomás porque no se les da la gana. Declaran todo en ceros o utilizan artimañas para falsear estados financieros.
¿y cuáles son las consecuencias de esto? Pues que las autoridades se hacen más aguerridas, y empiezan a fiscalizar y a imponer obligaciones más pesadas y más onerosas, porque ahorita están cayendo multas al por mayor y además, ahora impondrán la obligación de mandar mes a mes las balanzas y los catálogos de cuentas, lo que quiere decir que Hacienda meterá las narices hasta en la cocina.
¿Había necesidad de llegar a estos extremos? Sí, porque la misma gente se lo buscó. Porque todos pensaron que con no pagar impuestos o pagando de menos a base de triquiñuelas y engaños, ya se estaban vengando del gobierno. "¿El gobierno roba? Ah, pues yo también robo".
Así está la mentalidad de los mexicanos, y dudo mucho que esto vaya a cambiar porque está bien arraigado. Mientras tanto, vayamos haciéndonos a la idea de que el gobierno nos va a fiscalizar a todos, como cuando un niño en el salón hace una travesura y la maestra castiga a todos como escarmiento.
Claro, dirán que esto solo aplica a los políticos. Pero no, desafortunadamente no es así. Ocurre con cualquier persona.
Y hay bastantes personas, pequeños y medianos empresarios que aplican esta filosofía a sus anchas, porque sienten que como su empresa es "chiquita" no reciben grandes tajadas del pastel de las empresotas, entonces se sienten con derechos para transar en aras de avanzar. ¿Y cuáles son esas transas? Muchísimas. Les doy dos ejemplos de los más comunes:
No dando de alta a sus trabajadores en el IMSS o haciéndolo con un sueldo mínimo, por debajo del que realmente ganan.
No pagando impuestos, así, nomás porque no se les da la gana. Declaran todo en ceros o utilizan artimañas para falsear estados financieros.
¿y cuáles son las consecuencias de esto? Pues que las autoridades se hacen más aguerridas, y empiezan a fiscalizar y a imponer obligaciones más pesadas y más onerosas, porque ahorita están cayendo multas al por mayor y además, ahora impondrán la obligación de mandar mes a mes las balanzas y los catálogos de cuentas, lo que quiere decir que Hacienda meterá las narices hasta en la cocina.
¿Había necesidad de llegar a estos extremos? Sí, porque la misma gente se lo buscó. Porque todos pensaron que con no pagar impuestos o pagando de menos a base de triquiñuelas y engaños, ya se estaban vengando del gobierno. "¿El gobierno roba? Ah, pues yo también robo".
Así está la mentalidad de los mexicanos, y dudo mucho que esto vaya a cambiar porque está bien arraigado. Mientras tanto, vayamos haciéndonos a la idea de que el gobierno nos va a fiscalizar a todos, como cuando un niño en el salón hace una travesura y la maestra castiga a todos como escarmiento.