martes, 26 de febrero de 2013

Líderes sindicales

Aprehendieron a Elba Esther Gordillo por desvío de fondos del SNTE.

o_O

¡¡¡¿Hasta ahorita?!! Ya se habían tardado. Digo, no era ningún secreto que la mujer andaba en vehículos de lujo, comía en caros restaurantes, tenía propiedades y hacía viajes al extranjero, sin mencionar sus cirujias estéticas. Al parecer, el monto que se echó a su bolsillo fue de 2,600 millones de pesos. Una suma verdaderamente estratosférica.

Pero no ella no es la única que se ha clavado tanto dinero. Ahí tenemos a otros tantos como Carlos Romero Deschamps (líder del sindicato petrolero) quien le regaló a su hijito un Ferrari de 2 millones de dólares, o Napoleón Gómez Urrutia, líder del sindicato minero acusado de robar 55 millones de dólares y que actualmente vive refugiado en Canadá evadiendo la justicia.


Con esto llego a la conclusión de que los líderes sindicales aprovechan su posición de poder para "ordeñar a la vaca", es decir, robar sin saciarse, de manera exagerada, voraz y ostentosa. Eso es un insulto para los mexicanos, porque ahí queda evidenciado que hay recursos, que sí hay dinero, sólo que todo ese dinero no es para favorecer a las clases sociales bajas sino a sus líderes. No hay una equitativa repartición de la riqueza. Al contrario, esta gente tiene una ambición desmedida por acaparar dinero a manos llenas y darse vida de reyes.

Ahorita le tocó a Elba Esther porque no es amiga de Peña Nieto. Así que estamos ante una justicia a medias. El día que aprehendan a todos los demás líderes sindicales que han cometido fraudes entonces ese día diré que ya se hizo justicia.

Bruno

Hace muchos años, cuando yo iba a una academia de bailes latinos, entre los instructores había uno que se llamaba Bruno. Bruno era un gay prieto, chaparro y extremadamente flaco que tenía la apariencia de lombriz. Le gustaba usar shorts de lycras tan pequeños y tan ajustados que parecía que los había sacado de la sección de niños (aunque me pregunto si existen niños que usen shorts de lycra).

De todos los instructores, Bruno era el que causaba más terror, no nada más por su vestimenta loca, sino más bien porque era el más canijo y el más estricto instructor de baile. Una rutina de una hora con él era más cansado que todo un día de entrenamiento en el campo militar, terminabas con el corazón golpeando las paredes de tu pecho y los pulmones como globo desinflado. Así de intensa era la clase de Bruno. A diferencia de Richard el instructor cubano con quien te deleitabas bailando al son de la salsa mientras soñabas que estabas en la playa de la Habana tomando una piña colada, con Bruno terminabas arrastrándote en el suelo y preguntándote por qué fregaos habías ido a la clase.



Como toda "diva", Bruno era cruelmente sarcástico con el cuerpo femenino. Supongo que porque tenía envidia de que él no era mujer. Así que no dudaba en resaltar que teníamos lonjas, o muslotes o que éramos nalgonas cada que decía "Este ejercicio es para bajar las llantas que tienen". Otra de sus excentricidades es que antes de empezar la clase, se estiraba como culebra, sin pudor alguno, y terminaba haciendo splits en el suelo cada vez que veía al novio o al esposo de alguna de las clientas.

Pero lo que más recuerdo de Bruno, fue una vez que una chica le dijo:
"Tengo una boda próximamente. ¿Qué me recomiendas para que no me cuelgue la piel de los brazos?"

Y Bruno, impávido respondió:
"Ponte un vestido con mangas, mi reyna".