martes, 24 de julio de 2012

Saludando con sombreros ajenos

En el trabajo. 5:00 pm.

Salgo y me despido de mi amiga.

-¿Ahora no tienes clase de inglés?
-No. – contesta ella. – Estoy de vacaciones.
-Entonces no verás a tu amigo.
-No. – suspira – Ay, mi amigo. Lástima que sea casado.
-Sí, se ve que es un hombre muy bueno y tranquilo.
-Sí, le encanta la meditación, la metafísica, y esas cosas.
-Yo tengo un amigo igual.
-Mi amigo es de esos que es muy cariñoso con su esposa. Ella ahorita no está trabajando, y está dedicada enteramente al bebé. Pero ¿él se queja? No, al contrario. Él la ayuda en todo lo que haga falta.
-Mi amigo también es así. – respondo.
-Mi amigo le ayuda a su esposa a cuidar al bebé, y a hacer las compras. Y le digo: ¡Ay, yo quiero uno igual que tú!
-Sí, mi amigo también le encanta cargar a su bebé. A veces cuando hablo con él, me dice: ahorita tengo a la bebé acostada sobre mi pecho, o ahorita tengo a la bebé cargando. Y yo pienso: ¡Ay, yo quierooo!
-Mi amigo llevó a su esposa a acampar.
-Mi amigo se lleva a su esposa a caminar por la playa.
-Mi amigo la llevó de vacaciones en un jeep al bosque.
-¡Mi amigo llevó a su esposa a ver a U2!
-Mi amigo se quiere ir a vivir al extranjero y comprar una casa allá.
-Mi amigo ya vive en el extranjero y quiere comprar una casa enorme con mucho campo.
-¡Ay qué padre! Pero ¿te das cuenta que no podemos hacer nada? ¡Los dos están casados!

=(


11:00 pm. Plática por teléfono. Otra amiga.

-N’ombre güey. Tengo un paciente, es casado, ¡pero si vieras que es un amor con su esposa! Si vieras como la trata, cómo la toca del rostro, cómo está al pendiente de que nada le falte….
-Sí amiga. Hace unas horas tuve una plática igual con otra amiga. – respondo.