domingo, 15 de marzo de 2020

Caldo de murciélago

Hasta hace unas semanas no imaginaba que la extraña costumbre de los chinos de comer animales exóticos nos iba a afectar mundialmente.

Recuerdo que a inicios de Enero, alguien posteó en Facebook un video de cómo un grupo de chinos comía alegremente caldo de murciélago. El animal negro, retorcido, con el hocico abierto, flotaba en un plato con caldo y enseguida una china lo tomó con palillos y le dio una mordida, saboreándoselo.

No solamente el murciélago era parte del menú. También se comían otros animales, como sapos vivos, ratones, y otros bichos raros. Un chino agarraba un ratón vivo, lo remoja en salsa y se lo come de un bocado. Otro tomaba un sapo vivo, le arrancaba la cabeza con los dientes y sorbía las vísceras como si se tratara de un manjar.

El video me provocó náuseas, (obviamente no lo comparto por ese motivo, pero supongo que lo podrán encontrar en Youtube).

Después se supo que las autoridades clausuraron ese mercado, porque había aparecido un extraño virus.

El problema fue que se tardaron mucho en hacerlo. Para ese entonces la epidemia ya se había salido de control en esa ciudad. Y todo porque las autoridades hicieron caso omiso de la advertencia de un médico, le ordenaron que cerrara la boca y que no dijera nada. Por corrupción, negligencia, o las razones que quieran, los chinos no actuaron a tiempo.

Y el virus se propagó a Europa. Un italiano que anduvo de viaje en China,  regresó enfermo y aún así, continuó con su vida cotidiana, infectando a todos a su alrededor. Los médicos tardaron mucho en diagnosticar su enfermedad, no actuaron rápido y el virus se diseminó por todo el norte de Italia y posteriormente, se dieron otros casos en España, Alemania, Francia y otros países europeos. Todo por culpa de viajeros que andaban en China y de ahí se trajeron la enfermedad.

Para ese momento, yo pensaba que la cosa estaba crítica, pero que no afectaba tanto mi país porque nos divide un océano de distancia.

Pero me equivoqué. El efecto mariposa alcanzó a todo el planeta. Viajeros mexicanos (casi todos de clase alta, empresarios, que se pueden costear viajes a Europa) se trajeron la enfermedad a México. Y si en el primer mundo no supieron controlar la enfermedad ¿qué le espera a México, país tercermundista en donde la mitad de la población carece de Seguro Social porque trabaja en la informalidad?

Qué irresponsabilidad de esos ricos, que se atrevieron a viajar a Europa en esas semanas  a sabiendas que la OMS ya había advertido desde finales de febrero la gravedad de esa enfermedad.

Y no solamente eso, sino también la falta de reacción del gobierno por no poner filtros en los aeropuertos.

Ahora todos estamos con miedo, sin saber si continuar con nuestras actividades o no. Aún no han dicho nada. Solamente los centros educativos sí dieron la orden de cerrar hasta pasada Semana Santa. En mi caso, tengo que dar clases en línea.

Habrá muchas actividades que ya no podré hacer. Por ejemplo, ir al gimnasio, ir al Starbucks, o juntarme con amigos, tampoco podré ir al cine o al teatro. Todo se va a trastocar. Se avecina una época de aislamiento.

Y aunque todavía no han decretado cuarentena, ya se siente el ambiente tristón y desolador en Monterrey. Hoy por ejemplo, noté las calles vacías, muchos negocios solos y fui a la UANLeer (feria del libro de la UANL) y me dio lástima que estuviera sin gente.

Esperemos que todo salga bien y que la enfermedad no se propague mucho y que pronto podamos retomar nuestra vida cotidiana.