En esta semana se celebró el día de la mujer, y en las redes abundaron múltiples opiniones acerca de lo que es el feminismo.
Algunos consideran el feminismo como un movimiento que busca para las mujeres igualdad de oportunidades laborales, sociales, políticas y económicas. Otros consideran el feminismo como un montón de mujeres locas que se la pasan criticando y denostando a los hombres tildándolos de machistas. Otros más consideran el feminismo como libertad sexual y reproductiva.
Sin embargo, me he dado cuenta que el feminismo se divide en dos bandos. Para ponerlo en términos más sencillos (y espero no ofender a nadie), hay feministas santas y feministas putas.
Las feministas santas son las que abogan por la mujer, como un ideal de pureza, y belleza. Ellas apelan a que la mujer sea considerada líder, que destaque en las ciencias, en la política, en el arte.
Las feministas putas son las que por otro lado exigen libertad sexual y derechos reproductivos. Son las que se desnudan cuando protestan, las que abogan por causas como el aborto, o la libertad de tener las parejas sexuales que quiera y cuando quieran.
Y ambas tienen razón. Cada una desde su trinchera pelea un aspecto de la mujer. El problema está en que unas a otras se desprecian y se critican las unas a otras, lo que hace que los hombres por ende no nos tomen en serio.
El ejemplo más claro está en la figura de Emma Watson. Esta joven actriz, reconocida por sus discursos feministas, fue criticada duramente por una serie de fotografías donde aparece sin sostén, dejando entrever sus senos desnudos.
Lo peor es que las críticas más crueles provinieron precisamente de otras mujeres. La tacharon de falsa, de hipócrita, de libertina. Porque muchas feministas santas la tenían como ídolo de pureza, y cuando vieron que ejerció un pequeño acto de feminismo de puta, ya no les cayó en gracia.
Sin embargo, Emma Watson respondió a las críticas con una frase muy sabia: "El feminismo no es una vara con que las mujeres pueden golpear a otras mujeres".
Muy bien dicho. Porque hay muchísimas mujeres que critican a otras por su aspecto, por su estado civil, por su conducta, por su vestimenta, por su trato con los hombres. Lo que no sucede así con los hombres.
Hace poco hubo una noticia de tres muchachos de Monterrey que agarraron la parranda y se largaron a Matehuala o Real de Catorce, no recuerdo, y no se volvió a saber de ellos. Por las redes sociales se difundieron sus fotos y los comentarios decían "pobrecitos, ojalá no les haya pasado algo". Al final resultó que se habían ido a seguirle a la parranda y a seguir tomando y echando relajo y que no se comunicaron con sus familiares porque se les había pasado la noción del tiempo. Y los comentarios fueron de "que bueno que estan bien".
En cambio, en las noticias de desapariciones de jovencitas, las primeras en criticarlas son las mujeres. "Seguro se fue de puta con el novio", "Yo a esa edad ni siquiera me maquillaba ni usaba tacones", "Denle unos buenos chingazos para que se le quite lo puta". Y en varios de esos casos la niña solamente fue víctima del crimen, seducida por algún padrote o secuestrada en contra de su voluntad, o sustraída con engaños. Y las mujeres lectoras en vez de sentir pena, la critican duramente.
Por eso no creo mucho en el feminismo, porque ni las propias mujeres se solidarizan con otras mujeres. Hasta que no vea que existe realmente el ánimo de luchar juntas sin criticarse unas a otras, hasta ese momento creeré en el feminismo.
Algunos consideran el feminismo como un movimiento que busca para las mujeres igualdad de oportunidades laborales, sociales, políticas y económicas. Otros consideran el feminismo como un montón de mujeres locas que se la pasan criticando y denostando a los hombres tildándolos de machistas. Otros más consideran el feminismo como libertad sexual y reproductiva.
Sin embargo, me he dado cuenta que el feminismo se divide en dos bandos. Para ponerlo en términos más sencillos (y espero no ofender a nadie), hay feministas santas y feministas putas.
Las feministas santas son las que abogan por la mujer, como un ideal de pureza, y belleza. Ellas apelan a que la mujer sea considerada líder, que destaque en las ciencias, en la política, en el arte.
Las feministas putas son las que por otro lado exigen libertad sexual y derechos reproductivos. Son las que se desnudan cuando protestan, las que abogan por causas como el aborto, o la libertad de tener las parejas sexuales que quiera y cuando quieran.
Y ambas tienen razón. Cada una desde su trinchera pelea un aspecto de la mujer. El problema está en que unas a otras se desprecian y se critican las unas a otras, lo que hace que los hombres por ende no nos tomen en serio.
El ejemplo más claro está en la figura de Emma Watson. Esta joven actriz, reconocida por sus discursos feministas, fue criticada duramente por una serie de fotografías donde aparece sin sostén, dejando entrever sus senos desnudos.
Lo peor es que las críticas más crueles provinieron precisamente de otras mujeres. La tacharon de falsa, de hipócrita, de libertina. Porque muchas feministas santas la tenían como ídolo de pureza, y cuando vieron que ejerció un pequeño acto de feminismo de puta, ya no les cayó en gracia.
Sin embargo, Emma Watson respondió a las críticas con una frase muy sabia: "El feminismo no es una vara con que las mujeres pueden golpear a otras mujeres".
Muy bien dicho. Porque hay muchísimas mujeres que critican a otras por su aspecto, por su estado civil, por su conducta, por su vestimenta, por su trato con los hombres. Lo que no sucede así con los hombres.
Hace poco hubo una noticia de tres muchachos de Monterrey que agarraron la parranda y se largaron a Matehuala o Real de Catorce, no recuerdo, y no se volvió a saber de ellos. Por las redes sociales se difundieron sus fotos y los comentarios decían "pobrecitos, ojalá no les haya pasado algo". Al final resultó que se habían ido a seguirle a la parranda y a seguir tomando y echando relajo y que no se comunicaron con sus familiares porque se les había pasado la noción del tiempo. Y los comentarios fueron de "que bueno que estan bien".
En cambio, en las noticias de desapariciones de jovencitas, las primeras en criticarlas son las mujeres. "Seguro se fue de puta con el novio", "Yo a esa edad ni siquiera me maquillaba ni usaba tacones", "Denle unos buenos chingazos para que se le quite lo puta". Y en varios de esos casos la niña solamente fue víctima del crimen, seducida por algún padrote o secuestrada en contra de su voluntad, o sustraída con engaños. Y las mujeres lectoras en vez de sentir pena, la critican duramente.
Por eso no creo mucho en el feminismo, porque ni las propias mujeres se solidarizan con otras mujeres. Hasta que no vea que existe realmente el ánimo de luchar juntas sin criticarse unas a otras, hasta ese momento creeré en el feminismo.