lunes, 22 de agosto de 2016

¿Por qué escribo?

En la mayoría de mis presentaciones literarias me han hecho la misma pregunta. "¿Por qué escribes?". Casi siempre respondo lo más obvio, porque me gusta y porque quiero sacar estas historias que traigo en mi cabeza.

Aunque si reflexiono un poco más en la pregunta, el motivo por el qué escribo no es precisamente ese. Escribo porque la vida que tengo no me gusta así que la reinvento. La vida normal, la real, ha sido carente de grandes aventuras y emociones y más bien ha estado plagada de carencias, frustraciones y malos ratos. Claro, no quiero decir que haya tenido una vida trágica, no. Sé que en el mundo hay personas que han sufrido cosas espantosas, víctimas de guerra o enfermedades así que no puedo compararme con ellos. Pero en sí mi vida no me ha brindado las satisfacciones que creí que lograría cuando era niña. Ha sido una vida en cierto modo cómoda, pero monótona, aburrida y solitaria.

Entonces lo que hago al escribir es salirme de esta vida y ubicarme en otros escenarios, incluso ser otro personaje. Ahí no soy yo, sino que más bien soy lo que me gustaría ser. Y me permito explorar otros caminos, otros lugares, otras situaciones. Si algo no me gusta, lo borro y lo reescribo.

Hay historias que al terminarlas de escribir siento como si de verdad las hubiera vivido. Recientemente me pasó con una que ahorita está concursando. Al escribirla en las noches yo sentí que vivía todos esos momentos, y mi cerebro lo acepta como tal. Los ve como un recuerdo.

Y otras veces resulta que lo que escribo se hace realidad, así que hice un experimento y compré un diario cuya portada tenía el dibujo de una pareja arrastrando unas nubes como si fueran papalotes. El dibujo estaba hecho a tinta violeta.

Y empecé a escribir en ese diario lo que yo quería que me pasara en la vida real. Y bueno, sí, ocurrió, al menos las primeras 10 páginas. Pero...

¿qué pasó?

Pues el  hechizo se rompió. El diario dejó de funcionar. Se le acabó la tinta mágica. Así que otra vez volví a mi aburrida vida monótona carente de emociones y donde permanezco en el anonimato.