jueves, 21 de junio de 2012

Dónde empieza la justicia

Tengo un amigo que se fue a vivir a Canadá. Un día me platicó que en su trabajo, pusieron una mesa de libros usados para vender. El precio era un dólar. Quien quería un libro, simplemente depositaba un dólar en la ánfora y se lo llevaban. Nadie vigilaba la mesa. Nadie se llevaba libros sin pagar, nadie se llevaba libros de más, y lo más curioso… nadie se robaba la ánfora.

Me sorprendió la honradez de los canadienses. Historias como esas abundan mucho. Por lo que me han contado, es un pueblo donde todos se respetan mutuamente, donde la palabra vale, donde nadie abusa de nadie. Por ende, es una nación pacífica, con una buena calidad de vida, y no me refiero a lo económico (aunque la honradez eventualmente favorece el progreso económico), sino a la paz que se respira, donde se puede confiar en la gente.

Relato esta historia, a colación de otra historia que les contaré hoy. Me desperté y prendí la televisión. Lo primero que salió fue el canal de las noticias locales, y la noticia que estaban transmitiendo en ese momento me indignó muchísimo. Un par de sujetos, anunciaba por el periódico la venta de un carro Jetta. Las personas que iban interesadas en comprar el vehículo, eran asaltadas a mano armada, y si eran mujeres, eran violadas. Cada viernes se anunciaban esos individuos y lamentablemente, muchas personas fueron víctimas de su trampa.

Uno se queja mucho de que el gobierno nos debe procurar justicia, pero es que la justicia no empieza en los tribunales. La justicia empieza entre la misma gente. Estos hombres ya le causaron un daño psicológico permanente a sus víctimas. Usaron un medio de publicación para cometer sus atracos. Ahora las demás personas que de buena fe quieran vender sus coches o muebles o casas, sufrirán las desconfianza de la gente, porque ya todos le pensaremos dos veces antes de responder a un anuncio del periódico. Es más, hasta el otro día vi una noticia de que un joven respondió a un anuncio de trabajo, y fue secuestrado.

Qué diferencia tan abismal entre México y Canadá. La calidad de gente. Los valores. La cultura. En serio, repito. Los mexicanos quieren que el gobierno les de todo. Pero la justicia no empieza en los tribunales. La justicia empieza en la gente, en el pueblo. El día en que todos nos respetemos los unos a los otros, ese día ni siquiera necesitaremos acudir a los tribunales.