sábado, 8 de junio de 2019

Cindy la Regia

El comic de Cindy la Regia lo conocí gracias a la recomendación de una amiga, allá por el 2007.

Era una historieta publicada en línea, cada quince días salía una tira cómica. Se trataba de Cindy Garza, una chica "tipo bien" de San Pedro Garza García, Nuevo León.



No era millonaria, pero sí tenía dinero. Su papá tenía un negocio exitoso en la Central de Abastos, era un tipo ranchero que hablaba "golpeao". Su mamá, una señora que nada más estaba preocupada porque su hija se casara con un muchacho de buenas familias. Tenía una hermana rara y gorda, y no podía faltar Mary, la sirvienta indígena.

En cuanto a Cindy, parodiaba mucho la personalidad de las chicas regias que viven en San Pedro. Así, fresa, arrogante, racista. Pero al mismo tiempo, estaba obsesionada por casarse, de hecho las primeras tiras cómicas giran en torno a eso, a encontrar un novio tipo "bien", de buenas familias, para casarse con él. Hasta tenía una frase en clave, cada vez que conocía a un hombre soltero que le llenaba el ojo, decía "Güey, me palpita el dedo del anillo".  El autor, Ricardo Cucamonga, declaró en aquel entonces que era una manera de parodiar a sus amigas que conoció mientras él hacía sus estudios de diseño gráfico aquí en Monterrey.




Después de varios años, los dibujos de Cindy se volvieron más estilizados, y su temática ya no giró en torno a la búsqueda de un novio, sino que se centró más en la arrogancia y su complejo narcisista. Muchas tiras cómicas hacen referencia al clasismo que impera en Monterrey, donde discriminamos a los morenos pobres y exaltamos a los rubios ricos. Cindy, es rubia, y le molesta lo naco, lo pobre, lo vulgar.



La historieta agarró popularidad en todo México. Las tiras cómicas se publicaron en algunos periódicos y hasta se publicaron dos libros.

Últimamente, después de doce años, creo que es admirable que el personaje se haya mantenido en el gusto del público, sobre todo considerando que aquí en México la industria del cómic es escasa y poco vendida.

El autor recientemente hizo otro remake al personaje, y ahora está demasiado flaca. Y el estilo de dibujo me recuerda más al de Trino que al del propio Cucamonga.




Recientemente anunciaron una película con actores de carne y hueso (o live action, como dicen ahora). Yo sólo espero que la película no esté llena de clichés hacia los regios, siempre nos retratan como si habláramos como el Piporro, y usáramos botas y sombrero. Ah... y esa fijación que tienen los chilangos de decirnos que somos de "provincia", jajaja culpo a Chabelo por eso, de llamarnos a todos los de fuera del DF como "cuates de provincia". Creo que todavía no lo superan...

En fin, a ver qué tal está la película, la verdad sí tengo ganas de verla.




Libros de bolsillo

Me encantan los libros de bolsillo, porque los puedo llevar a cualquier lugar, echarlos en mi bolsa, leerlos en cafeterías o en el camión. Además, como usualmente no tienen demasiadas páginas, los termino de leer pronto y siento mucha satisfacción.

Sin embargo, aquí en México últimamente me cuesta mucho trabajo encontrar libros en ese formato. De un tiempo para acá, los libros que se editan son unos mamotretos tamaño 9 X6 pulgadas, con más de ochocientas páginas. Se asemejan más a biblias que a libros.

Eso me pasó con los libros de Crepúsculo, que en su momento leí con avidez y que ahora parecen cuatro ladrillos apilados en mi diminuto librero. No he decidido si conservalos o donarlos.

Los libros gruesos me provocan mucha pereza leerlos. Se me hacen demasiado grandes, difíciles de manejar en mis manos, también difíciles de cargar. Me recuerdan más al estudio, cuando leía por obligación que por placer.

En cambio los libros de bolsillo los disfruto mucho. Me encanta su papel, su sencillez, su tamaño pequeño, el poder comprarlos y colocarlos en mi librero sin que ocupen mucho espacio.

He notado que en Estados Unidos ese tipo de formato es muy popular. Ojalá un día en México lo retomen.