lunes, 21 de septiembre de 2015

La última costura

Ella sabía que su corazón no iba a aguantar otra herida más. A lo largo de veinte años había sufrido muchas, pequeñas y grandes heridas, provocadas por diferentes personas, con diferentes hombres pero con el mismo modus operandi: la indiferencia.

A lo largo de veinte años ella se había sanado a sí misma y había remendado su corazón muchas veces, siempre con la misma esperanza que ya se había convertido en una letanía.

"Ya llegará, ya llegará, ya llegará".

Después de cada decepción, siempre se consolaba a sí misma que ese no era le indicado, que el bueno ya iba a llegar. Pero lo cierto era que cada persona nueva que llegaba a su vida solo le provocaba dolor. Y el bueno nunca llegaba. Por más que ella lo decretara, lo visualizara, lo soñara y lo esperara.

Y ella sabía que su corazón no aguantaría otra herida más. Ya no había espacio para las costuras. Hasta que un día apareció otro espejismo. Un tipo nefasto, mediocre, insignificante. Y aun así, ese tipo le rompió el corazón.

Ya no lo pudo remendar esta vez.

Y se convencio a sí misma que ella era demasiado complicada. Que jamás llegaría nadie a su vida. Que se quedaría sola.

Para siempre.


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