Creo que no lo había contado, pero desde hace 8 meses más o menos que estoy yendo a clases de piano.
Desde muy joven ese era uno de mis sueños, aprender a tocar el piano, sin embargo no fue sino hasta ahora que me propuse a conseguirlo.
Y es que aunque tengo un teclado que compré hace más de veinte años, nunca llegué a utilizarlo, lo tenía siempre guardado. Intenté, claro, aprender por mi cuenta, compré libros de métodos, pero yo sentía que mi técnica no era buena y al final lo abandonaba.
Este año, sin embargo, en una publicación de instagram vi anunciada unas clases de piano y como estaban muy cerca de mi casa, me animé por fin.
Y la verdad me gusta mucho. Es muy retador, lo sé. Ojalá lo hubiera aprendido antes, pero bueno, tampoco es mi intención convertirme en una gran pianista, únicamente lo que deseo es tocarlo para mí misma, y aprender algunas canciones que me gustan.
Cuando toco el piano, si lo hago pensando en lo que debo tocar, se me enredan los dedos. He descubierto que lo mejor es dejarlo fluir, es decir, no pensarlo, solo disfrutarlo. Y también ser un poco más relajada, en el sentido de no temer hacer el ridículo, sino darle teatralidad a las manos, como las caricaturas de Tom y Jerry, cuando el gato Tom toca el piano. Cuando lo hago así, curiosamente es cuando sale bien el sonido, jajaja. Increíble.
Todavía no paso de la mitad del libro de enseñanza básica, estoy aprendiendo despacio y lo bueno es que la profesora lo combina con solfeo, para aprender a leer las partituras.
En fin, ya puede decirse que además de escritora y pintora, también soy música.